En Causalidad hemos venido desarrollando dos instrumentos que nos permiten identificar las causas de los rasgos más sobresalientes y determinantes de la conducta de la opinión pública. Con ellos dos en mano —La Tendencia Decreciente del Bienestar General (TDBG) y la Tendencia Creciente de la Anomia Social (TCAS) – es claro el porqué de los números que han venido resultando, con ligeras variaciones, durante los últimos meses de monitoreo y encuestas de Saba Consultores.

En condiciones como las actuales, —tiempos de crisis dice la frase acostumbrada– el gobernante suele cargar siempre, a los ojos de la población, bajo la influencia o no de los círculos opositores; con la responsabilidad del malestar que a diario experimenta esa población. En ese sentido, los números que obtiene Rodrigo Medina, de entre un 5% y un 6% en las diferentes indagaciones, es en relación con lo que viene a representar una “esfera de influencia” o el equivalente a un “voto duro” que tiene que ver con la población directamente involucrada en el gobierno o beneficiaria de sus diversas obras sociales, de empleo, de salud pública etc.

Esta base gruesa y firme debe andar en los rangos de entre un 35 y 40% de esas preferencias o aprobaciones. El resto proviene, necesariamente, del impacto de las diferentes obras públicas sobre un sector de la sociedad. En este sentido y aplicando nuestra TCAS, podemos entender también el porqué los aspirantes o candidatos menos formales, mas irreverentes y que aparentemente al menos son figuras “disidentes” del sistema, como Mauricio Fernández o Jaime Rodríguez y en su caso también Abel Guerra, podrían atraer la mayor parte de las preferencias y de manera constante.

Margarita Arellanes cultiva poco de ese perfil “disidente” e irreverente, pero tiene una carga también de cierta inmadurez en lo que se refiere a su imagen, que la hace lucir no líder, estadista o gobernante, sino como una especie de “miss simpatía”. La madurez es en cambio la carta fuerte de la personalidad que irradia Fernando Elizondo y por eso la aprobación que tiene, sobre todo, dentro de las filas de su propio partido donde es conocida su trayectoria y su personalidad.

Los panistas en general, y así lo hemos reportado en anteriores entregas, han decidido aprovechar la vulnerabilidad que le genera a Rodrigo Medina ser el gobernador y el que tiene que ejecutar las medidas impopulares, para ellos avanzar y fortalecerse aplicando una política de “populismo de derecha” oponiéndose al alza de las tarifas de los autobuses; al raplaqueo; el aumento del predial, al endeudamiento etc., una postura que les permite lucir buenos números y varias alertas positivas como partido. El llamado a la “resistencia civil” contra el aumento de las tarifas de los camiones es sólo una prueba de este populismo de derecha definido así por que denuncia y se opone a ciertas medidas fiscales o financieras, pero soslaya las causas sistémicas de esos hechos.