La consulta popular.

 

Decía W. Edwards Deming, que hay cosas desconocidas y desconocibles. Al menos haciendo uso de encuestas, es difícil conocer cosas que tienen que ver con el deber ser. Por ejemplo, si preguntamos si acudirán a votar, por lo común nos dicen que sí el 90% aproximadamente, pero a final de cuentas van a votar alrededor del 50%.

 

Con la anterior idea en mente, qué porcentaje de participación podríamos esperar, si la semana pasada le preguntamos a los mexicanos si acudirían a la Consulta Popular, y el resultado fue 53.4%.

 

La lógica indica que difícilmente acudirán a la consulta más del 30%, esto es, mucho menos del 40% que haría vinculante el galimatías que redactó la Suprema Corte de Justicia.

 

En consecuencia, será dinero tirado a la calle, otra vez; pero no es eso lo que trae tan atareados a los amigos Morenos y al propio AMLO.

 

La ansiedad, angustia y desesperación (toda una vida de Osvaldo Farres), son producto de que un desprecio a la Consulta evidenciaría debilidad de la 4T, de AMLO y de Morena.

 

Ellos sustentan su fortaleza en una gran aceptación a su gestión, que les da legitimidad desde la perspectiva de ejercicio del poder, pero es una fuerza muy concentrada en los sectores más empobrecidos de México, la mayoría de los cuales aprueba pero no participa, y menos aporta. Ya tuvimos una prueba de ello. Si los beneficiarios de los apoyos económicos de AMLO hubieran sacrificado un poco de lo que reciben, hubieran “volado” los boletos para la rifa no rifa del avión no avión.

 

Ahora podría suceder algo así: Que se desprecie la Consulta. Tan es probable esto, que ya hasta tienen responsables del fracaso. Por supuesto el INE, los intelectuales orgánicos del pasado, etc. Y por eso los vemos violando de nuevo la ley al hacer proselitismo para la Consulta, cuando solo el INE legalmente puede hacerlo.

 

Este drama que viven mis amigos Morenos, que se sienten aclamados pero que temen que el entusiasmo no sea suficiente para llevar a la gente a la Consulta, me recuerda un viejo cuento que ahora les dejo como despedida:

 

Un gran equilibrista convocó a sus fans a un gran espectáculo gratuito: caminaría por un alambre de un rascacielos a otro. ¿Creen que lo puedo hacer? “¡Sííí!”, gritaron a coro sus admiradores. ¿Creen que puedo regresar con los ojos vendados? “¡Por supuesto!” Fue la estruendosa respuesta. ¿Creen que lo puedo hacer con una persona sobre mis hombros? ¡Sííí! ¡Que suba un voluntario! Les gritó el equilibrista.

 

No hubo tal voluntario, y a sotto voce se alcanzó a escuchar lo siguiente: “¡Que suba tu chingada madre!”

 

Así las cosas, compañeros. Una cosa es aprobar y otra es involucrarse. AMLO debiera tener claro esto, sobre todo ahora que anda de bravucón con los gringos.

 

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