AMLO invoca al Diablo

 

La polarización intensa que AMLO ha generado, nos ha llevado a la irracionalidad (ya no importan los datos, la información, ni dónde está la verdad; lo que importa es si estás en favor o en contra de AMLO; si lo amas o si lo odias, como si no hubiera más opciones), de la irracionalidad pasamos a la insensibilidad, a la deshumanización, hasta de algunos otrora humanistas (no me importa que niños mueran por no recibir sus medicamentos, o sus vacunas; no me importa porque quienes los defienden critican a AMLO).

 

Si algún encuestador despistado recoge la opinión sobre un tema cualquiera, pero sobre el cual se tenga plena conciencia de cuál es la filia o fobia de AMLO, las respuestas se sesgan para favorecer la postura de AMLO. Ejemplo: mi estimación de esta semana para la aprobación a la gestión del INE, es de apenas 52.8%, cuando algunos despistados todavía creen que supera a la aprobación de AMLO, que es de 68.1%. Al ritmo que van las cosas, el INE será repudiado.

 

En este contexto, AMLO reta al Diablo Fernández a un debate sobre las tarifas eléctricas que las tiendas Oxxo pagan.

 

Es claro que es una emboscada. Si el Diablo Fernández acude, correrá la misma suerte, (pero en términos comerciales) que en Chinameca sufrió Emiliano Zapata hace 103 años, cuando inocentemente confió en la amable invitación de otro demonio, de Jesús María Guajardo Martínez, el demonio de ojos verdes (ay piiirrrraaa).

 

Acudir a un debate para confrontar al dueño de la verdad y la mentira, de lo justo y lo injusto, del bien y del mal; es ir a una derrota inevitable; a dejar servida la mesa para el grito triunfal del único posible vencedor: ¡EXPRÓPIESE!

 

Así las cosas, compañeros. Nada puede hacerse contra AMLO. Que pregona la austeridad y viven él y sus hijos en la opulencia. ¡Qué importa!

 

AMLO puede decir, y recibe el aplauso de sus fieles por ello, parafraseando muy poquito a Walt Whitman:

 

¿Que yo me contradigo? Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué? (Yo soy inmenso, me apoyan multitudes).