Descuidamos desde las élites la cultura política, la cultura estadística, la cultura de la legalidad. Nos pareció riesgoso formar una ciudadanía responsable, consciente y crítica. Nos conformamos, como élite, con manipular a la gente.
El proceso se salió de control. Se hizo inevitable que llegara al poder un representante genuino del pueblo, con toda su carga de incultura. Ante el derrumbe nos desespera que el pueblo no reaccione. Que no atienda el grito desesperado e ilustre de las élites económicas, políticas e intelectuales.Estamos ante la cosecha triste, de la infamia que sembramos.