¡Otra vez, las pinches encuestas!

 

Ayer, en las elecciones presidenciales de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva sacó ventaja de 5.23 puntos porcentuales a Jaír Bolsonaro; sin embargo, todas las empresas encuestadoras estimaban una ventaja de 14 puntos, y daban a Lula como el triunfador en la primera vuelta.


Lo anterior significa que la discrepancia entre las estimaciones para la diferencia (14 puntos) y la diferencia que a final de cuentas resultó (5.23 puntos), es 8.77, muy por arriba del margen de error, al 95% de confianza, de una encuesta nacional, que por lo común ronda el 3%.


Dicho de otro modo, las encuestas y los encuestadores, una vez más, dieron las nalgas. no faltará un pendejo que diga que no fallaron las encuestas porque lula superó a Bolsonaro, pero por supuesto que, una vez más, fallaron todas. Ahora bien, ¿por qué si llevamos todo este siglo atestiguando los descalabros de las encuestas, éstas siguen vigentes? La explicación es muy simple: salvo honrosas excepciones, como diría AMLO, han mutado para pasar de ser un recurso metodológico que genera información, a una simple y vulgar forma de propaganda.


Podemos decir, que la corrupción de las encuestas es la propaganda, y estamos instalados en esa era, en la era de la propaganda, y nada podemos hacer al respecto, porque a los políticos que las pagan, les encanta la propaganda. Ahora bien, las honrosas excepciones a las que me refiero, Alejandro Moreno entre ellas, no se salvan del problema fundamental:


Las encuestas ya no captan el fenómeno político actual, porque se hizo muy cambiante a partir de la telefonía celular y el Internet. Por ello es que mis monitoreos se fundamentan no solo en las técnicas de muestreo, sino también en el control estadístico de calidad, una rama poco cultivada incluso entre los estadísticos profesionales.


Así las cosas, compañeros, desde hace años procuro no ponerle atención a las encuestas que hacen los aficionados (personas sin al menos Maestría en Estadística), pero es importante dejar testimonio de estos casos cuando fallan masivamente las encuestas.


Hoy mediremos, La Muchacha tiene razones o motivaciones para castigar a AMLO en su popularidad, porque la Guacamaya lo exhibió como mentiroso y el libro “El rey del Cash” de Elena Chávez lo exhibe como corrupto; pero La Muchacha, enamorada y sentimental, al saber que está malito y jodidito, podría, en alas de la conmiseración, elevarlo a nuevas cumbres en su aprobación.