La lógica detrás de la popularidad de AMLO

 

Para no pocos analistas políticos la popularidad actual de AMLO es un misterio, un enigma, pero es consecuencia natural de la creciente inyección de recursos económicos a sus programas asistenciales.

 

Durante las últimas tres semanas se han alcanzado valores récord en el porcentaje de familias donde al menos una persona recibe algún apoyo, superando al 50% de los mexicanos, y la consecuencia natural es el incremento en la popularidad de AMLO, a más del 70%.

 

Los referidos apoyos benefician fundamentalmente a los sectores más pobres, que por su condición de marginación, desde siempre, ante el poder, ante la vida, se sienten temerosos, y por consecuencia, ante la pregunta de si aprueban o no a cualquier gobernante, del partido que sea, la respuesta es abrumadoramente afirmativa. Me he referido a esta condición como el “bono de la miseria”.

 

Muchos en estos sectores, que ahora sienten que por primera vez un presidente se preocupa por ellos, han llevado su apoyo a nivel de idolatría.

 

La fantasía original de AMLO es que esos apoyos a los más pobres saldrían de la erradicación de la corrupción, pero pronto se vio que esa fuente de recursos era francamente insuficiente.

 

Las alternativas eran subir los impuestos, endeudarse para mantener los apoyos o limitarlos a las posibilidades presupuestales reales del país, ninguna de las cuales eran del agrado de AMLO, quien para satisfacer su adicción a la popularidad, como todos los adictos, de manera irracional ha sacado dinero de donde sea.

 

Así empezaron a desaparecer fideicomisos, dándole en la madre a ciencia, previsión ante desastres, arte y cultura, programas como las estancias infantiles, presupuestos no ejercidos, medicamentos para el sector público, negativas a vacunar a menores de edad, reducciones brutales a programas estatales y municipales, etc.

 

Los desfiguros que ahora estamos atestiguando en la Cámara de Diputados en la discusión del presupuesto del 2022, donde Morena y sus aliados rechazan reservas por demás razonables y necesarias para los mexicanos, se explican por el hecho de que, así como la fuente de poder fundamental de AMLO es la coerción, su fuente de popularidad,

casi única, es el dinero de sus programas sociales, que la gente entiende como dinero que AMLO generosamente les da, perdiendo de vista que esa aparente bondad es solo una vulgar forma de mantener una popularidad que se traduce en fuerza electoral para mantener el poder, comprometiendo el desarrollo del país.

 

El futuro de AMLO, como el de casi todos los adictos, es la desgracia personal, llevándose entre las patas a quienes les rodean, que en su caso es todo México.

 

AMLO necesita dinero, pero mucho dinero, para seguir manteniendo su popularidad. Un vicio cada vez más costoso, que todos los mexicanos de esta generación le pagaremos hasta donde alcancemos, y el resto lo pagarán las generaciones venideras.

 

Y a pesar de todo ello hoy, la Muchacha, jubilosa, pidiéndole prestadas palabras a Armando Domínguez, le dice: “feliz cumpleaños presidente, miénteme una eternidad, que me hace tu maldad, feliz”.