AMLO se fortalece de nuevo. Llevado en volandas, en primer lugar, por quienes se identifican con Morena. Su partido, además de presentar buena evolución en cuanto a seguidores, la tiene aún mejor en intención de voto: tras una serie por encima de su media, adquiere un nuevo impulso, rozando el aviso favorable a pesar del recálculo al alza de sus límites de control.

 

Dicho de otro modo, el porcentaje de preferencias electorales para Morena hoy habría sido, hace apenas ocho días, alerta positiva. También se nutre Andrés Manuel en sus avances de los de menos estudios, quienes no tienen internet y los de más edad. Todo ello tiene fiel reflejo no sólo en aprobación, sino en el más específico indicador de calificación, donde obtiene una vigorosa alerta favorable, en especial por el aumento de las calificaciones altas, es decir, son más quienes opinan bien de la gestión de López.

 

Tanto el porcentaje de aprobación como la puntuación media son los segundos más altos de los últimos seis meses, lo cual deja fuera de toda duda que, en este momento, el Presidente vive un momento dulce, uno más de los muchos que le está proporcionando su larga luna de miel con sus seguidores.

 

A la vista de esto, quizá se pregunten ustedes el por qué del título de esta reseña. Pues comencemos indicando que, al contrario de lo que parece, hay vida, no sé si inteligente, más allá de Andrés Manuel. Podemos centrarnos, por ejemplo, en la pretendida oposición y en los medios de comunicación, por llamar a estos últimos de alguna manera. Empecemos por los segundos: mientras no hagan un verdadero ejercicio de autocrítica y pidan disculpas por sus veleidades, de las que parecen no querer acordarse, su descrédito será total. Hoy día es constatable, a la vista de los datos, que su influencia en la opinión pública es nula.

 

Tanto en línea editorial como en los opinadores más destacados, muchos de los cuales atacan sin rubor a AMLO como si estuvieran exentos de la responsabilidad de haber formado parte de su corte de adulones, como decía el célebre poema de Agustín de Foxá. Claro que hay que distinguir a esa “élite” de los periodistas de campo, asesinados ante la peor de las indiferencias, haciendo de México uno de los países más peligrosos para la profesión.

 

Poco parecen importar esas muertes a los lobbys de opinión, y menos aún al corifeo de aplaudidores que acuden a las mañaneras, cuyo calificativo se lo dejo libremente a los lectores. Con esas premisas, ¿de qué crédito e influencia pueden gozar los medios? Ni siquiera representa un problema para AMLO enfrentarse con la prensa, cuestión a la que cada día tiene que dedicar menos tiempo.

 

Por otra parte, el PRI y el PAN ejercen de enemigos íntimos dando forma a los sueños más húmedos de los “amlovers”. El PRIAN hecho carne. Hasta 2018, ambos tenían un programa y mucho descrédito. Se han dejado robar lo primero por Morena, reunión de mismos perros con distinto collar. Y se han quedado sólo con lo segundo por los siglos de los siglos, sin que nadie me pueda quitar de las mientes que el desembarco en Morena de ciertos pesos pesados y no tan pesados de las décadas “prianistas” se hizo con el beneplácito de muchos, y quizá con acuerdos en lo oscurito que algún día conoceremos. O no.

 

Porque vista la inoperancia de comunicadores y opositores poco podemos esperar. Eso por no hablar de las fantasías animadas de ayer y hoy que ambos, en colaboración con quienes se hacen llamar casas encuestadoras, publican de vez en cuando, en auténticos ejercicios de onanismo mental. Así que bienvenidos a la realidad, que no es ni Suecia ni Dinamarca. Unos medios desactivados, un pueblo empobrecido y subsidiado (el aumento de los apoyos de López es una explicación, no la única, a su fortaleza), y una oposición que eligió perder la credibilidad para recibir las migajas de la supervivencia.

 

Dice un viejo código militar que el honor es la principal divisa, y una vez perdido no se recupera jamás. Apúntenselo quienes jugaron al posibilismo, porque todavía les queda mucha travesía del desierto. El siguiente golpe es en 2021. Será duro, pero hay quienes son profesionales del chapulineo sin sonrojo y ya se van colocando el cinturón de seguridad.