Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia con una legitimidad obtenida en las urnas que Vicente Fox hubiera deseado como parte de su triunfo en el año 2000. La aplanadora de MORENA fue más brutal con el partido en el poder que el triunfo contundente pero insípido de Fox; fracasó la consolidación de la democracia porque al llegar al poder se alió y empoderó a grupos de presión, económicos y sindicales de lo más nocivos para la sociedad mexicana, es por eso que el triunfo de AMLO despierta de nuevo anhelos no de destrucción de estos poderes, pero sí de supremacía sobre ellos.

Si hoy se repitieran las elecciones obtendría en la proyección electoral un 64% con su respectivo margen de error, una fuerza mayor que la obtenida el 1 de julio. La expectativa es incuestionable y la carga que se deposita sobre sus hombros es igual de incuestionable. El primer vistazo a la opinión publica después de la jornada electoral nos aclara dos cosas: la percepción del presidente electo y decisiones concretas que la ciudadanía espera del nuevo gobierno.

Por un lado, AMLO está más fuerte que nunca. La mayoría piensa que el tema del fidecomiso no afecta su integridad moral (48.5%), mientras que una minoría piensa lo contario (28.8%). Lo natural es que las críticas y señalamientos vengan de quienes no ejercieron el voto a su favor. A pesar de haber cuestionamientos validos en el tema del manejo del fideicomiso, no llega a convertirse en una piedra para la percepción moral del presidente electo y su partido, elemento medular de su propuesta de gobierno.

Entrando en temas políticos, la mayor parte de la ciudadanía desea que el proyecto del Aeropuerto permanezca en el mismo lugar, que las drogas sigan en su estado de ilegalidad y que el aborto también, mientras que la eutanasia puede surgir como un tema que puede impulsar el nuevo gobierno antes que los demás, ya que hay mayor aceptación que con los demás temas.

El tema que podría causarle más problemas políticos y desgaste es el de la inseguridad, percibido como el principal problema de este país (38.6%), mientras que la corrupción es un segundo tema en la escala de prioridades (17.7%). Se complica el escenario porque la prohibición y el mercado negro de las drogas es uno de los principales factores que genera la espiral de violencia en el país y mientras la estrategia de confrontación con las fuerzas del orden persista, la violencia seguirá en aumento; es la tendencia presentada en más de una década. Si la ciudadanía no acepta la regulación de las drogas, pero le perturba la inseguridad, tendremos una réplica del sexenio de Peña y Calderón en temas de seguridad por exigencia expresa de los gobernados.

AMLO sin duda alguna resultó ser el verdugo de sus críticos; el PRI está pensando hasta en cambiar el nombre, el PAN no logra organizarse y el PRD en sus huesos trata de lanzar acusaciones que se parecen más a una hormiga contra un elefante que un duelo entre iguales. Al presidente electo por el momento sus críticos le hacen “lo que el viento a Juárez”.