¡Nalgazos, no balazos!

 

El título de este dixit se puede interpretar de dos formas: que el tema de seguridad se está atendiendo con las nalgas, o que esta sacrosanta parte glútea se ofrece como ofrenda, con la ilusión de que cesen los balazos.

 

El tema es por demás grave, y los datos duros nos muestran un rotundo fracaso de la política impuesta por AMLO, un hombre de buena fe y muy nobles intenciones, debemos reconocerlo, que insiste en emular a Francisco de Asís, cuando tomó la determinación de enfrentar al temible lobo de Gubbio, Italia, conminándolo, en nombre de Cristo, a no hacer más daño, logrando pacificarlo hasta su muerte.

 

El tema de seguridad pública se puede evaluar siguiendo varios indicadores, pero el más fiel para apreciar la realidad es el de homicidios dolosos, por ser muy difícil de ocultar. Otros como robo a domicilio, asaltos, violaciones, etc. , como indicadores son muy engañosos, porque muchos no se denuncian por desconfianza en las autoridades.

 

Así pues, hoy sabemos, de acuerdo al ranking de las ciudades más violentas del mundo, que, de las 10 ciudades más peligrosas, siete son mexicanas.

 

La forma para comparar ciudades de diferentes tamaños poblacionales, es contabilizar el número de homicidios por año y por cada 100,000 habitantes.

 

La primera aplicación de Monitoreos en el ámbito social, la hice justo para evaluar estrategias y tácticas en el combate a la delincuencia en Nuevo León, allá por 1993, en tiempos de Sócrates Rizzo como gobernador y Alejandro Lambretón como secretario general de gobierno. Cada semana me reunía con el subprocurador de justicia y con los directores de Seguridad Pública y de la Policía Judicial, para informarles si las cosas se mantenían igual, si mejorábamos o empeorábamos, para con esta base juzgar las acciones, estrategias y tácticas por ellos desplegadas.

 

Por aquellos años, en Nuevo León teníamos entre 3 y 4 homicidios dolosos por cada 100,000 habitantes por año. Para hacer contraste, en Nueva York eran 29, y en Washington, DC, eran 33. Nuestros valores eran similares a los de Paris, Francia o Bonn, Alemania.

 

Por aquellos años, cuando visitábamos la ciudad que nunca duerme, nos recomendaban no salir de noche del hotel, así de grave era aquel nivel de 29 homicidios por cada 100000 habitantes y año.

 

Pues bien, compañeros. ¡En Guanajuato el valor de este índice es 55! Una tremenda barbaridad.

 

Por años he tratado de apoyar a los gobiernos en este tema, pero les resulta poco atractivo contratar a alguien para que los evalúe. Les gusta ser dueños de la tragedia.

 

Alguna vez, por ahí del 2011, le enmendé públicamente la plana al encargado de las fuerzas federales en Nuevo León, cuando presentó unas encuestas como recurso táctico. Le dije que las encuestas funcionan para la estrategia, no para la táctica. Para ello se requieren los monitoreos, específicamente los diagramas “c”, basados en la distribución de Poisson. Se salió por la tangente, pero al final del evento me invitó a desayunar.

 

Cuando le expliqué la idea se interesó. Cuánto cuesta, preguntó, y le dije que nada. Que con gusto los apoyaba en ese tema que nos tenía angustiados. Consultó con sus jefes y no se interesaron, ni modo.

 

En resumen, a la luz de los resultados, abrazos no balazos, el dogma de fe de AMLO, ha fracasado rotundamente, pero este hombre noble y de buen corazón, es también muy obstinado, y no se ve posibilidad alguna de rectificación. Ojalá que sea porque como hombre de fe sigue esperando el milagro, y no porque no tenga otra alternativa.

 

saba@sabaconsultores.com

 

  1. ¿Por qué no decirlo? En aquellos años Santiago Roel formaba parte del gobierno estatal, y tenía acceso a mis reportes. Hizo una horrenda copia, quitándole los límites de control, dejando solo unas simples gráficas a las que llama Semáforo de Seguridad. Con ellas ha mareado a medio mundo, exponiéndolos a falsas alarmas y falsas no alarmas, al cancelar la sensibilidad estadística. Sabrá Dios cuánto daño habrá causado Santiago con esa chupaleta metodológica.