El botón

 

Ayer, durante el pinchurriento informe de AMLO, me di a la tarea de ir comentando lo que me parecía interesante, compartiéndolo en mis redes sociales.

 

Tenía mucho interés por ver si AMLO finalmente vestía con propiedad su saco, pues acostumbra abotonarse todos los botones, y una regla de etiqueta no observada por él, es dejar desabotonado el último botón del saco, con excepción de los sacos de un solo botón. Tenía la esperanza de que, como lo hizo para sus spots del informe, lo llevara desabotonado, y para mí sorpresa, volvió a caer en el mal gusto; hasta Benito Juárez, impecablemente vestido para enmarcar el evento, peló los ojos ante la transgresión al buen gusto. Si hubiera podido hablar, me imagino que le habría dicho: “nunca serás de casino”.

 

Por supuesto que en general es una banalidad fijarse en cómo se visten las personas, pero la sabiduría popular nos indica que “como te ven te tratan” y John T. Molloy, en su libro “Vestirse para el éxito” le da sustento a nuestra conseja popular, realizando experimentos muy interesantes como comparar el trato recibido por la gente a una persona cuando, vestida con traje y corbata, trataba de ganarles el paso en una puerta giratoria; y cómo era la reacción cuando no traía corbata. En el primer caso por lo común la gente le cedía el paso al agresor; en el segundo caso, sin corbata, se les ponían al pedo.

 

Otro experimento era en el Metro de Nueva York; una persona solicitaba apoyo económico para llegar a su casa, en virtud de haber sido asaltada y quedarse sin dinero. Cuando iba mal vestida, o no le daban nada, o acaso unas cuantas monedas para el Metro; cuando iba bien vestida, llegaban hasta a darle un billete para que abordara un taxi de regreso a casa.

 

El punto aquí es que el personaje en cuestión es el presidente de México; es claro que eso marca una enorme diferencia. Creo que pudo haber salido en pelotas y nadie habría dicho nada, y algunos de sus seguidores habrían elogiado las dimensiones fálicas descomunales de su amado presidente. Es claro que esto también es intrascendente.

 

Luego entonces, ¿qué importancia tiene el pinche último botón?  Les explico:

 

En un régimen como el que tenemos, de un solo y poderosísimo hombre, la abyección es la característica más común entre sus colaboradores. Usan su mismo lenguaje, hasta el tonito al hablar, su mismo esquema para discutir (dónde estabas cuándo, no somos iguales, etc.) y por supuesto su forma de vestir. Por eso me resultó interesante observar si otros personajes también se abotonaban el último botón del saco, honrando el mal gusto, pero imitando a su jefe de jefes.

 

Me gustó observar que Adán Augusto López no se abotona el referido botón, señal de que su disposición a seguir y apoyar cualquier ocurrencia de AMLO, al menos tiene un límite. Para mí, un signo alentador, pues las primeras declaraciones del flamante Secretario de Gobernación fueron su disposición a buscar a todos los líderes partidistas y a todos los gobernadores. Tengo la esperanza de que forme parte de los sectores sensatos de Morena, en quienes tengo cifradas mis ilusiones de que cuando AMLO se vaya, no se queden sus locuras en el gobierno.

 

El diablo está en los detalles y yo, por si no lo sabían, soy un pinche demonio.

 

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