El autoexilio de Ricardo Anaya.

 

Cuando Ricardo Anaya empezó a ser una figura pública, hice un breve comentario público señalando que me parecía un joven muy brillante, que podría llegar a ser un gran líder, a pesar de que ideológicamente no coincido con los panistas; aunque respeto y cultivo la amistad con muchos de ellos que me parecen decentes.

 

Cuando se encumbró como dirigente nacional del PAN, aparentemente traicionado a Gustavo Madero, advertí en él un rasgo de personalidad muy jodido: la deslealtad.

 

Por aquellos tiempos AMLO ya lucía como el candidato fuerte a la presidencia, y la única figura que le hacía contrapeso era Margarita Zavala.

 

Para muchos mexicanos, desde siempre, AMLO era una opción inadecuada para la presidencia; en mi caso, porque, aunque ideológicamente podría tener muchas coincidencias, advertía en él rasgos de personalidad preocupantes, que ahora se ponen de manifiesto todos los días; por tal razón era importante tener una opción competitiva, aunque no fuera nuestra primera preferencia, y en ese tiempo tal opción era Margarita Zavala.

 

Lo que yo habría esperado de Anaya era que apoyara decididamente a Margarita, para que ganado o perdiendo fuera una clara opción panista para el 2024. Pero le ganó la ambición, se empecinó en hacerse de la candidatura con malas artes, generando un rompimiento interno en el PAN, que todavía hoy se advierte.

 

Con el apoyo de encuestadores sin escrúpulos, le vendió a grupos empresariales la idea de que él podría ganarle a AMLO, cuando nunca, ni antes ni después de la pendejada priísta de denunciarlo penalmente, tuvo fuerza suficiente para quitarle el sueño al tabasqueño.

 

Así las cosas, compañeros. Anaya es una persona muy brillante, solo los fanáticos le podrían escatimar tal mérito, pero su ambición y deslealtad le impiden ser un factor de unidad para la oposición. Por eso creo que AMLO se equivoca al perseguirlo; tenía mayor rentabilidad electoral para Morena dejar que Anaya hiciera su luchita, teniendo en él la garantía de enfrentar a una oposición fragmentada.

 

Ahora Anaya es un perseguido político, ha acaparado la atención nacional e internacional seguramente, con un video impecable, en términos muy coloquiales, que bien podría penetrar en nuestros sectores populares. Ahora sí, gracias a AMLO, Anaya podría conseguir una fuerza tal que lo haga opción ganadora, aunque tendría que conseguir la reconciliación con sus antiguos correligionarios a quienes pisoteó para ascender.

 

Mañana nos asomaremos una vez más al corazoncito sentimental de La Muchacha; si Anaya logra conmoverla con su autoexilio, deberá reflejarse en los indicadores de Mejor Político y en el Top of Mind (intención de voto para la presidencia de manera espontánea); ya les diré que me dice La Muchacha, el miércoles a las 9:30 pm, en la Mesa de Análisis Político de Televisa Monterrey, donde se presentan las notas exclusivas del acontecer político nacional. ¡Hasta entonces!

 

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