«Ojalá ya se muera ese viejo c*lero de Palacio Nacional».

 

El presidente AMLO atribuyó un tuit que coincide con el título de este dixit, al Magistrado Reyes Ramírez Mondragón, recién nombrado por sus pares como presidente del TEPJF, en sustitución del defenestrado José Luis Vargas. El Magistrado ha declarado que su cuenta de Twitter fue hackeada, de modo que niega que él haya hecho la referida publicación.

 

Ahora bien, al margen de la autoría de la referida expresión, lo primero que yo me habría preguntado es si habría viejos culeros en Palacio Nacional, y en caso afirmativo, me preguntaría a quién de todos los viejos culeros de Palacio, le cantaban la canción: Ojalá que te mueras…

 

Si alguien publicara algo sobre “el pinche gordo que hace encuestas”, lo primero que me preguntaría sería: ¿A qué pinche gordo se estarán refiriendo? Claro que si publicaran: “Ese guapo, gentil e interesante ejemplar del género masculino que hace encuestas”, me atrevería a preguntar: ¿Acaso seré yo, maestra?

 

Lo anterior es lo que la prudencia y uno de los Cuatro Acuerdos de la filosofía Tolteca aconsejan: No tomes nada en forma personal. Pero resulta que AMLO se dio por aludido, y al hacerlo se reconoció viejo (no problem), pero también se reconoció culero (¡pero qué necesidad!).

 

Ni modo compañeros. Con la pandemia fuera de control, la pobreza creciente, la inseguridad desbordada, nuestros enfermos sin medicamentos (en especial nuestros queridos niños con cáncer), y el presidente anda en los baches, con sentimientos de auto referencia e invitándonos a otra pendejada inútil, para que le digamos que sí queremos que siga como presidente, pero que después del 2024 no queremos volver a saber nada de él.

 

¿Verdad?

 

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