Sobre la vida inútil de AMLO

Ayer dije que el testamento político de AMLO me vale madre. En estricto sentido así es, pero me mueve a ternura la pretensión de que sus salvajes correligionarios, sedientos de poder, le guardarán algún respeto postmortem, y menos que la Muchacha le vaya a guardar obediencia alguna, cuando ya su corazoncito da de vuelcos cuando sus ojitos se cruzan con los de Luis Donaldo. Como dice la canción de Tomás Méndez: “Si hasta en mi propia cara, coqueteabas mi vida…”

Por otra parte, cuando me enteré del testamento de AMLO, de un hombre amargado y resentido que pretende envolver en bondad inspirada en los pobres, sus decisiones revanchistas, inevitablemente recordé el testamento de Pito Pérez, aquel célebre personaje de José Rubén Romero, amargado e inútil como AMLO, pero mucho menos dañino que el tabasqueño.

Mientras la vida nos revela el testamento de AMLO, vale la pena asomarnos al testamento de Pito Pérez, como una forma de aproximación a lo que nos espera:

 

TESTAMENTO DE PITO PÉREZ

Lego a la humanidad todo el caudal de mi amargura. Para los ricos sedientos de oro, dejo la mierda de mi vida. Para los pobres, por cobardes, mi desprecio, porque no se alzan y lo toman todo en un arranque de suprema justicia. ¡Miserables esclavos de una iglesia que les predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada a cambio.

 

No creí en nadie. No respeté a nadie. ¿Por qué? Porque nadie creyó en mí, porque nadie me respetó. Solamente los tontos y los enamorados se entregan sin condición.

 

¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!
¡Que farsa más ridícula! A la libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; La igualdad la destruyen con el dinero, y la Fraternidad muere a manos de nuestro despiadado egoísmo.

 

Esclavo miserable, si todavía alientas alguna esperanza, no te pares a escuchar la voz de los apóstoles: su ideal es subir y permanecer en lo alto, aun aplastando tu cabeza. Si Jesús no quiso renunciar a ser Dios, ¿qué puedes esperar de los hombres?

 

¡Humanidad, te conozco; he sido una de tus victimas! de niño, me robaste la escuela para que mis hermanos tuvieran profesión; de joven, me quitaste el amor, y en la edad madura, la fe y la confianza en mí mismo. ¡Hasta de mi nombre me despojaste para convertirlo en un apodo estrafalario y mezquino: ¡Hilo Lacre!

 

Dije mis palabras, y otros las hicieron correr por suyas; hice algún bien, y otros recibieron el premio. No pocas veces sufrí castigo por delitos ajenos. Tuve amigos que me buscaron en sus días de hambre, y me desconocieron en sus horas de abundancia. Cercáronme las gentes, como a un payaso, para que les hiciera reír con el relato de mis aventuras, ¡pero nunca enjugaron una sola de mis lágrimas!

 

¡Humanidad, yo te robé unas monedas; hice burla de ti, ¡y mis vicios te escarnecieron! No me arrepiento, y al morir, quisiera tener fuerza para escupirte en la faz todo mi desprecio.

 

Fui Pito Pérez: ¡una sombra que paso sin comer, de cárcel en cárcel! Hilo Lacre ¡un dolor hecho alegría de campanas! fui un borracho: ¡nadie! una verdad en pie: ¡Que locura! y caminando en la otra acera, enfrente de mí, paseó la Honestidad su decoro y la Cordura su prudencia. El pleito ha sido desigual, lo comprendo; pero del coraje de los humildes surgirá un día el terremoto, y entonces, no quedara piedra sobre piedra.“¡Humanidad, pronto cobraré lo que me debes!

 

 

¡Así las cosas, compañeros! Esperen el testamento de AMLO, que el Pito ya tienen desde hace tiempo.