AMLO en el hospital

 

 

La única vez que he platicado con AMLO, fue poco después de su infarto. Estaba solo en una mesa de restaurante en la sala de espera del aeropuerto de Monterrey, y me acerqué a saludarlo.

 

Cómo va su recuperación, le pregunté; ahí la llevo, me respondió. Fue una charla muy amable, le dije que cuando lo viéramos jugar béisbol de nuevo, sabríamos que ya estaba totalmente recuperado, o de perdido sóftbol. Le pregunté si sabía la diferencia entre esos dos deportes y extrañamente me dijo que no, dándome la oportunidad de ofrecerle mi obscena explicación de la diferencia, que evidentemente le causó gracia.

 

AMLO está hospitalizado, supuestamente por una revisión médica de rutina, pero hay preocupación en muchos mexicanos. Muchos porque lo quieren, otros por las funestas consecuencias que su ausencia traería para el país.



1. Las preocupaciones son entendibles. AMLO está en zona de riesgo, por las siguientes razones:

2. Para su condición de salud, el ritmo de trabajo y viajes es muy intenso.

3. Las presiones a que está sujeto ante el derrumbe de su proyecto, particularmente en los temas de salud, seguridad pública y desarrollo económico, son generadoras de estrés, que está asociado a bajas en el sistema inmunológico y en nada favorece a un corazón lastimado.

4. La visita ayer de la secretaria de energía de USA, no debió ser un día de campo para AMLO, a juzgar por el comunicado que dio a conocer la señora Jennifer Granholm.

 

El riesgo de perder la presidencia el 2024, que de ser insignificante hace dos meses ahora se presenta como preocupante; esto, por el surgimiento de Luis Donaldo Colosio Riojas, que será el principio del fin de la indulgencia de la Muchacha para con AMLO (quien sepa de amores lo entenderá). ¡Más estrés!

Mantengo mi postura de no desearle ni bien ni mal a AMLO, porque no sé que es mejor para él; pero si estoy convencido de que lo mejor para nuestro país es su total recuperación, y que termine su gestión de seis años.