La decepción de los decepcionados

 

Un grupo de notables intelectuales hizo añicos al PRI. Recibieron del tricolor prestigio, dinero y poder, a cambio de que le pegaran poquito, aunque a veces se les pasaba la mano, en una relación sadomasoquista que generó una serie de fantasías como las siguientes:

 

  1. Que el poder presidencial estaba acotado por esa pléyade intelectual y sus organismos autónomos y no gubernamentales.
  2. Que eran muy chingones e influyentes. Que sus ilustradas letras y voces podían determinar, modificar o cancelar decisiones presidenciales.

 

A tres años de gobierno de AMLO, ha quedado demostrado que el poder presidencial no puede ser contenido por estos pinches intelectuales que todavía creen en las encuestas. La verdadera contención eran los escrúpulos de los presidentes Fox, Calderón y EPN. ¡AMLO no tiene escrúpulos! Puede defender a Delfina Gómez con el mayor descaro y chingarse al INE y al CIDE de la forma más descarada, sin que haya poder humano que lo contenga. Todos los intelectuales orgánicos del pasado se la pelan.

 

Por otra parte, muchos de ellos hicieron posible el triunfo de AMLO emocionadamente, y ahora sufren una doble decepción. La primera fue la propia decepción por haberse equivocado al jugar el rol de pendejos útiles para que AMLO se hiciera del poder, y la segunda decepción, la más gacha, es darse cuenta de que su influencia era una ilusión; que en realidad no valen madre. Que por más que se desgañitan tratando de convencer a la Muchacha de que AMLO es mentiroso, malvado y pendejo, a la Muchacha le vale madre. No influyen en ella; son líderes de opinión que no mueven la opinión; no valen madre.

 

¡Así las cosas compañeros! ¡Ni modo!

 

Pero hay una esperanza, al margen de la intelectualidad y de los payasos de SÍ o VA, por México. ¡Mañana les platico!