Cómo me dan hueva los polarizados

 

La polarización avanza; son cada vez más los elementos de la comentocracia nacional, que se han hecho predecibles en sus apreciaciones y juicios. Los del polo antiamlo porque han arreciado en sus adjetivos ofensivos e incapacidad para apreciar lo poco bueno que tiene este gobierno, y los proamlo, también por andar culereando y porque han llevado su idolatría a niveles de impudicia y estulticia, llamando a su líder  estadista o proponiéndolo para el Nobel de la Paz (Es más fácil que Nobel, desde el cielo, incluya a los matemáticos en su premio, perdonando al matemático que le pedaleó su bicicleta -algunos matemáticos son muy cachondos-, a que a AMLO le den tan prestigiada presea).

 

Para mí es muy claro que AMLO ha sido una desgracia para México, pero también es claro que después de él podríamos estar peor de jodidos, si permitimos que en el 2024 triunfen los polarizados (igual de locos están de un lado que del otro), o que al menos consigan una condición de fuerte influencia en el próximo gobierno.

 

Aunque he vivido la política desde mi adolescencia, por décadas me concentré en los aspectos estadísticos que sustentan su toma de decisiones, y cuando mis clientes me pedían opinión sobre qué hacer, les advertía que no les cobraba por eso y que, si me hacían caso y les iba de la chingada, que tampoco aceptaba reclamos.

 

Con los años empecé a advertir que muchos políticos, analistas y estrategas políticos, en los temas propiamente políticos, estaban igual o más pendejos que yo, y por ello decidí participar en el juego de la grilla pública, más con la intención de divertirme que de influir.

 

Pues bien, hecha la aclaración anterior, afirmo que los pendejos más peligrosos que tenemos entre nosotros son los polarizados, y debemos cuidarnos mucho de ellos, que es en cierto modo, también, cuidarlos de ellos mismos, porque son tan pendejos que son autodestructivos.

 

Debemos ser más cautos y más justos o benevolentes con AMLO. Nada de malo tiene reconocer que ha sido bueno que sacudiera el árbol de la corrupción, pero señalando que todas las pendejadas que ha hecho, al conformar un gobierno de bajo presupuesto y por ende ineficiente, se ha traducido en resultados peores que los que antes se tenían.

 

Pero sobre todo debemos apoyarlo justo ahora, en esta semana histórica, porque todo indica que hemos llegado al fin de la peregrina idea de “abrazos no balazos”. Qué importa que sea por presiones de los gringos, que lo recibieron con una nueva ley que le permite al gobierno de USA intervenir en México para perseguir y capturar o eliminar delincuentes, algo que siempre ha hecho, pero ahora sería de manera oficial y descarada.

 

Que el gobierno le atore al tema es importante, por la razón que sea, y debemos mostrar nuestro beneplácito, y si se logran resultados tangibles, nuestro reconocimiento a AMLO.

 

Otro tema crucial rumbo al 24, es la selección de candidatos para la presidencia. De nuevo, una brillante idea de AMLO ha sido buscar que sea a través de encuestas que se determinen las candidaturas. Nada de malo tiene reconocérselo, y debemos incluso extender su uso a las elecciones constitucionales, porque sería la forma más económica y democrática de elegir, pero también tenemos que advertirle que las encuestas deben ser transparentes, desarrolladas por profesionales, y que debe dejar de usarlas para imponer su voluntad. Que no se vale el cuchareo.

 

Si logramos que sea la Muchacha la que decida a los candidatos de Morena, y también a los de los opositores, podríamos llegar a una elección festiva el 2024, con candidatos sensatos y civilizados, en el sentido de Thomas Hobbes, que hoy nos presenta en El Norte Isabel Turrent (cada vez me gusta más esta Chavela), quien destaca la importancia de los modos de la civilidad (“más allá de saber usar el cuchillo y el tenedor”), “eran fundamentales para construir una sociedad unida y vivir en paz. Así que el perfil de la civilidad incluyó muy pronto el autocontrol, la disciplina, la tolerancia al debate incluyente -la «conversación civil» sin ira e insultos se volvió un cimiento de la democracia parlamentaria- y el respeto a la ley.”

 

Si nos movemos en ese sentido, aplicando la máxima de que cada grupo político debe hacerse cargo de sus loquitos, podemos hacer imperar la civilidad, rescatando algo que me resultó sorpresivo de nuestro vector indígena (como diría el sabio José López Portillo, un sabio que se apendejó, debemos reconocer), pues en este mismo artículo de Turrent, nos encontramos el siguiente regalo:

 

“No es coincidencia que haya sido un escritor inglés -Hugh Thomas- el que subrayó, ya en el siglo XX, la civilidad -la disciplina y el estoicismo- que prevalecía en Tenochtitlán y la cortesía y refinamiento de sus modos.”

 

Entonces, compañeros, ¡apostemos por la civilidad!, aclarando, para aquellos que me acusan de ser insultativo, que una cosa es decir que alguien hizo una pendejada (se califican la acción y la decisión) a decir que es un pendejo (se adjetiva a la persona).

 

Y por lo pronto, respecto al tema de las encuestas para seleccionar candidatos, les recuerdo, a todos los partidos, esto que les propuse a los Morenos hace más de dos años:

 

ENCUESTAS PARA UNA ELECCIÓN: BUENA IDEA PERVERTIDA EN EL AFÁN DE PODER.

por Salvador Borrego, Ph.D.

Ago. 30, 2019

 

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, producto de un proceso democrático, no de una revolución, pretende una gran transformación a la vida política del país, de las dimensiones históricas de la Independencia de Hidalgo, la Reforma de Juárez y la Revolución de Madero.

 

Hay quienes sostienen que la izquierda llegó al poder. Un sueño acariciado por muchos de los viejos militantes que vienen desde el Partido Comunista Mexicano y de otras versiones del socialismo. En los ojos de algunos de ellos, vi brillar la ilusión del triunfo en la elección presidencial del 2006. ¡Ojos que ya no vieron el triunfo del 2018!, para su bien o para su mal. El tiempo lo dirá.

 

Cuando discuto con mis amigos de izquierda de toda la vida, me muestran su molestia cuando cuestiono las formas de decisión de AMLO. Un esquema prevalece en mis críticas: la idea es muy buena, pero la implementación es equívoca y a veces absurdamente ridícula: la consulta para decidir la cancelación del NAIM, la consulta a la Madre Tierra para el Tren Maya, las consultas a mano alzada entre asistentes a un mitin, etc. Cuando cambia la actitud de mis amigos para hacerse más receptiva, es cuando les advierto: mi temor es que, como consecuencia de la 4T, México quede vacunado contra la izquierda.

 

No me quiero perder en enjuiciar la autenticidad democrática de AMLO, de MORENA o de la 4T. Es común que se privilegie la democracia desde la oposición y el control político desde el poder. Es finalmente la misma vieja historia; una lucha por el poder y la gloria, parafraseando aquella hermosa canción tema de la película Casablanca (As time goes by).

 

Quiero sí, concentrarme en el propósito de mantener el poder, que tiene mucho que ver con mantener unido al partido MORENA, que muestra hoy claros signos de división interna y se encuentra ante una decisión fundamental: la renovación de su dirigencia.

 

Ha sugerido el presidente AMLO a su partido que determinen a los nuevos jerarcas a través de una encuesta. La idea es buena; pero los múltiples antecedentes que tenemos, entre los que destaca la decisión de la candidatura a la gubernatura de la Ciudad de México, nos sugiere que la implementación podría ser francamente cuestionable.

 

Tenemos elementos de sobra, para anticipar que el método de encuesta que MORENA ha aplicado en el pasado, es garantía de rupturas al interior del partido. Por supuesto que la nomenclatura de MORENA aseguraría que gane quien ellos quieran, pero a costa de la unidad del partido, poniendo en grave riesgo el futuro político de su pretendido histórico proyecto.

 

Pues bien, recalco que la idea de decidir con base en encuestas es excelente, y debería ser aplicada por otros partidos en los procesos de toma de decisiones, pero que debe hacerse de un modo que garantice la transparencia y credibilidad de la decisión, como una forma que dé las mayores garantías de mantener la unidad y fortaleza de sus partidos. Mi sugerencia es la siguiente:

 

  1. Debe definirse un periodo de elección. Durante ese periodo debe realizarse el trabajo de campo de la encuesta. Una semana es muy buena opción.
  2. El cuestionario de la encuesta debe contener una batería de variables demográficas con preguntas tales como: edad, sexo, escolaridad, nivel económico, ciudad y estado de residencia, antigüedad en MORENA, etc.
  3. La pregunta central y única para efectos de la decisión, debe ser la que muestre los candidatos a los entrevistados y les solicite a quien prefieren para dirigir a MORENA.
  4. Deben olvidarse de varias preguntas para ponderarse, porque esto es una falta de respeto a los militantes y genera un natural escepticismo.
  5. El marco muestral debe ser el padrón de militantes de MORENA.
  6. El muestreo aleatorio debe ser sistemático.
  7. Debe decidirse un tamaño de muestra para la encuesta. Entre 1200 y 2000 sería más que suficiente.
  8. Durante el período eleccionario (digamos de una semana) se realizarían cuatro miniencuestas de tamaño 300 en caso de que el tamaño de muestra fuera 1200, o de 500 en caso de que fuera de 2000.
  9. Las miniencuestas se deberían realizar cada tercer día y los resultados parciales hacerse del conocimiento de los candidatos a la presidencia del partido.
  10. Al completar las cuatro miniencuestas se reúnen las bases de datos y se conforma la encuesta que finalmente dirá quién es el triunfador, si y solo si no hubiera empate técnico.
  11. En caso de empate técnico, deberá realizarse otra miniencuesta, que deberá combinarse con las anteriores tres, para conformar de nuevo una encuesta del tamaño acordado, y verificar si se rompe el empate técnico. A mayor tamaño de muestra menor la posibilidad de que se registren empates técnicos. Si persiste el empate técnico realizar otra miniencuesta para la decisión final. Este criterio puede ajustarse en común acuerdo con los candidatos.

 

En el propósito de darle mayor certeza y transparencia al proceso, se puede también hacer lo siguiente:

 

  1. Definir, adicionalmente al período de elección, un período de campaña, durante la cual se realicen también miniencuestas y se hagan públicos sus resultados en forma de Monitoreo.
  2. Lo anterior permitiría que los candidatos sigan la evolución de la correlación de fuerzas, asociando los avances y retrocesos de ellos mismos y de sus adversarios, con los acontecimientos y sus propios actos de campaña. Adicionalmente los militantes, observadores y analistas, tendrían la oportunidad de valorar la razonabilidad de los resultados de las miniencuestas.
  3. Si durante el período de campaña se realizan al menos doce miniencuestas, podrían realizarse también Cartas de Navegación Política que mostrarían la evolución de la Correlación de Fuerzas en los diferentes estratos sociales, fortaleciendo la credibilidad de los resultados, y dando a los contendientes la oportunidad de ajustar sus estrategias y tácticas en un esquema de piso parejo.
  4. Durante el proceso, a la luz de resultados adversos, algunos contendientes podrían voluntariamente retirarse de la contienda, reduciendo las opciones a los electores. Esto sería similar a la idea de segunda vuelta en una elección.
  5. Quienes presenten los resultados al público y den todas las explicaciones metodológicas requeridas, deberán ser los encuestadores profesionales contratados y no las autoridades del partido.”

 

En resumen, como ya lo he dicho antes, debemos hacer lo posible por rescatar la racionalidad. Si buscamos ganar todo, lo más probable es que perdamos todo. Debemos buscar el esquema de ganar perdiendo y perder ganando, al menos mientras se disipa el riesgo de que los polarizados marquen el rumbo del país.