Los niños muertos por cáncer, serán el 2 de octubre de AMLO.

 

A todo lo largo de mi vida profesional como estadístico, he estado ligado a la investigación médica. Las más de las veces sin cobrar, por lo común en apoyo a tesis de estudiantes de postgrado.

 

Cuando veo el drama de los padres de niños con cáncer, que en lugar de estar concentrados prodigando caricias y ternura a sus hijos, muchos en los últimos días de sus cortas vidas, se ven obligados a salir a la vía pública a exigir los medicamentos oncológicos que antes tenían y ahora no, inevitablemente recuerdo los proyectos en que participé en apoyo a oncólogos. Eran los años 80, cuando el cáncer era prácticamente una sentencia de muerte. Qué frustrante tu especialidad, recuerdo haberle comentado a uno de ellos; así es, me respondió, pero hay avances y debemos seguir.

 

Con los años, hemos sido testigos, todos, de que aún siendo una enfermedad con una elevada letalidad, la ciencia médica nos ofrece muchas posibilidades de superarla, pero para ello debemos tener acceso a los medicamentos, y es ahí donde la puerca Morena torció el rabo, y ante los reclamos de los desesperados padres, tuerce también el hocico.

 

No hay un número exacto de los niños con cáncer que han muerto por el desabasto de medicamentos, como tampoco lo sabemos de cuántos murieron en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Hay quienes aseguran que llevamos 2190 niños muertos, con lo que podríamos afirmar que al menos mil de ellos pudieron haberse salvado si hubieran contado con los medicamentos.

 

Así como a Gustavo Díaz Ordaz el 2 de octubre lo persiguió hasta su muerte y después de ella, a AMLO este tema lo perseguirá por siempre.

 

Así como Díaz Ordaz logró que su partido ganara para sucederlo, también AMLO seguramente verá el triunfo de Morena el 2024.

 

Y muy probablemente también, como Díaz Ordaz se sintió traicionado por Luis Echeverría, AMLO será traicionado por quien de su partido lo suceda.

 

El Movimiento Nacional por la Salud ya está judicializando el tema, y como dice su vocero Israel Rivas, no sabemos cuándo, pero tendrán que asumir las consecuencias de estas muertes inocentes.

 

La popularidad comprada de AMLO tiene fecha de caducidad, el poder de AMLO tiene fecha de caducidad. La persecutoria contra AMLO, López-Gatell y Alcocer, no tiene fecha de caducidad.

 

Y por lo pronto, para AMLO, ya no hay lugar en el pedestal de nuestros héroes.