La labor del analista no debe limitarse a hacer la autopsia de un suceso político, ya sea una política  pública o estrategia política de un gobernante, sino la de generar e idear una multiplicidad de escenarios en los cuales pueden desembocar tales decisiones. A pesar de que no parece suceder mucho en esta etapa de transición, hay indicios de que hay riesgos importantes asociados con una eventual promesa rota del nuevo gobierno en términos de bajar los índices de violencia relacionados al crimen organizado.

 

Al analizar los números obtenidos por el nuevo gobierno, aún no en funciones pero ya presente en la vida pública, no se puede apreciar deterioro alguno a pesar de haber sectores críticos del presidente y sus acciones, como la contradicción de la “bancarrota” del país; ante los empresarios AMLO anunció estabilidad y ante los votantes de pueblo dijo habría bancarrota. Se podría interpretar como una vacuna contra la incapacidad anunciada de cumplimiento, aunque en este momento no lo sabemos a ciencia cierta. No parece por el momento generar ansiedad entre su base.

 

Lo que llama la atención en los datos obtenidos en esta última medición, arroja una posible correlación interesante; mientras que la inseguridad sigue posicionándose como el principal problema para los ciudadanos, el Bronco obtiene números favorables en intención de voto en el caso hipotético de que se repitiera la contienda electoral.

 

AMLO ha emprendido una serie de “foros de pacificación”, donde ha anunciado que atenderá las causas de la violencia y pedirá perdón a nombre del gobierno. Habla sobre la pobreza y la falta de oportunidades, sin embargo, queda una variable suelta: los índices de violencia.

 

No hay un plan estratégicamente distinto al de Calderón o Peña, que es el de la persecución de líderes del crimen organizado. No hay indicios, datos o hipótesis respaldadas con datos duros que apunten a una reducción de la violencia en el corto o mediano plazo; la tendencia en la pasada década son oscilaciones entre la intensidad de la violencia, cada vez alcanzando nuevos límites para mal.

 

Parece haber una percepción inconsciente en la población de que el nuevo gobierno podría tener dificultad para lograr saciar la sed de justicia y reducción de violencia. El Bronco propuso entre otras cosas cortar extremidades como castigo a los delincuentes. El hecho de que sus números mejoren apunta a una insatisfacción de una parte de los ciudadanos con el cambio de gobierno, ya que buscan una aplicación de justicia agresiva y refleja todavía una desconfianza en las instituciones más allá de la alternancia en el poder.

 

El congreso y el ajedrez político parece solo perturbar a los analistas, mientras que la inseguridad está latente como el que será el principal problema del nuevo gobierno.