Nada desgasta más a un político que el ejercicio del poder, ya que mientras es oposición puede acusar libremente y hacer notar los errores de quien esté en el poder; este estado de comodidad ya acabó para el presidente electo, quien creció políticamente en plena libertad de oposición. Al analizar la dinámica de la opinión pública, podemos observar que a pesar de que AMLO no se deteriora en el indicador de intención de voto en caso de repetirse al elección, si hay elementos para asegurar que está comenzando un deterioro gradual en su figura y su partido a causa de las decisiones y anuncios en este periodo previo a su investidura.
En identificación partidista MORENA se deteriora y el presidente electo se deteriora o también en “ mejor político”. Su decisión de ejercer el poder antes de formalmente recibirlo le comienza a costar, después de varias semanas de invencibilidad. Como en el box, los golpes son acumulables y comienzan a surtir efecto tarde o temprano.
Ya aparece en la mente colectiva el efecto de la votación para concederle licencia a Manuel Velasco para que pueda regresar a gobernar los últimos tres meses de gestión de su gobierno en Chiapas, después de primero haberle negado tal privilegio político. Después de negociaciones, Morena le concede en el senado licencia y a cambio el Partido Verde le cede diputados para lograr la mayoría absoluta en el congreso; una negociación tradicional pero también con olor a corrupción, lo que en algún momento criticó el presidente electo.
Si el Verde se alía con el PRI es mercenario y si es con Morena son “alianzas estratégicas”, así parecen percibirlo en las filas morenistas. Lo interesante es la razón por la que regresa y busca esta licencia Velasco: nada más que las últimas partidas presupuestarias del sexenio.
El anuncio de Olga Sánchez Cordero de que impulsarán la despenalización del aborto y matrimonios del mismo sexo seguramente contribuye también a este efecto corrosivo a la percepción del partido, ya que la gran mayoría de la población se opone a tales medidas.
AMLO quiere gobernar sin desgaste, por ello quiere mantener al partido en su naturaleza de movimiento y consultar a las masas en temas que no les competen, como el aeropuerto. No quiere perder esa aura de líder popular pero inevitablemente tendrá que ejercer el poder y desilusionar a algunos, como se sugiere ya está ocurriendo por la tibieza en unos temas y decisiones erradas en otros, como el tema del aborto. Es un líder con poder absoluto que no quiere ejercerlo; sus miedos se materializan, al tener que abandonar su historia de líder social para ser lo que tanto persiguió, presidente de México