Rumbo al 2024.

 

A partir de hoy estaremos atentos a la veleidosa voluntad de La Muchacha, respecto de quién será el dueño, dueña o dueñe de sus amores, una vez que se desafane de AMLO.

 

Yo he tenido una buena relación con La Muchacha, me platica sus cosas y ha sido en general muy sincera. Quizá sea por la forma en que la abordo, aunque a veces abrigo la ilusión de que me quiere un poquillo.

 

Es medio cabrona con otros que presumen de hablar con ella, y les hace bromas pesadas a ellos y a sus corifeos, a grado de que tienen que salir a pedir perdón públicamente por las discrepancias enormes entre lo que anunciaron que haría La Muchacha y lo que finalmente hizo.

 

Lo cierto es que La Muchacha siempre hace lo que le da la gana y a mi ni me escucha. Se equivocó al enredarse con AMLO hace tres años, y ahora empieza a darle muestras de desamor, por no decir que ya la tiene hasta la chingada.

 

AMLO por supuesto que se hace el desentendido, y dice que está feliz, feliz, feliz; y anuncia una ceremonia suntuosa para el próximo año, para refrendarle su amor y renovar sus votos matrimoniales, dándole la opción a La Muchacha para que de una buena vez lo mande a la chingada.

 

La Muchacha sabe que terminar la relación antes de tiempo traería muchos problemas, que saldría más caro el remedio que la enfermedad; y que aunque ya esté de él hasta la madre, le dirá que mejor le siga hasta el 2024. Sabe también que ese dispendio absurdo tiene como único propósito que él presuma que La Muchacha todavía lo quiere.

Yo le sugiero a La Muchacha que lo deje plantado, que lo deje solo con sus invitados, que le diga que: No es tema.

 

Ya veremos qué decide; por lo pronto el sábado tengo una cita con ella; ya les platicaré qué me dice, pero advierto en ella una pícara sonrisa.

 

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