Para el Bronco, la vida sigue igual – La tenencia, el paquete fiscal y el “gasolinazo” aumentan el desprestigio de la clase política – La paciencia ciudadana se agota

Ya tenemos la primera medición de 2017 realizada por SABA Consultores en Nuevo León, y Jaime Rodríguez comienza el año como terminó el anterior: con la opinión pública en contra como nunca antes la había tenido y con su habitual y superflua palabrería. Pasa con él como con los niños: si se comete el error de reírles ciertas gracias, a poco que crecen ya no hay quien los corrija. Lo último fue ese video cocinado de su encuentro con Santa Claus, con el que parece querer arreglar su desbarre con los niños de los policías. No se equivoquen, porque él mismo lo dijo: cuando dice las cosas, lo hace para generar polémica. En esto no mintió, sólo que le faltó añadir que de ese modo intenta que no se hable de lo que verdaderamente tiene indignada y frustrada a la población. De todos modos, no lo consigue, ni siquiera diciéndole gacho a Santa y aceptando el encargo de repartir regalos en su lugar. Estoy seguro de que los nuevoleoneses ya han tenido bastante con los últimos “regalos” del Bronco y prefieren los de Santa Claus por muy gacho que sea. Dice Jaime Heliodoro que “así le enseñó a hablar su mamá”. Yo pensaba que las instrucciones se las daba Memo Rentería, pero es conmovedora la obediencia filial del Bronco. Pobre doña Lichita, qué culpa tendrá ella de que le haya salido un hijo así…

De manera que el Gobernador repite los catastróficos números obtenidos antes de Navidad. La pesadilla continúa, sobre todo para los ciudadanos. La frustración y el desencanto son totales: 19,8 % de aprobación, 70.9 de desaprobación, calificación de 4,9 en general y 4,8 en Seguridad Pública, todas ellas alertas negativas, del mismo signo que las que obtiene en calificaciones altas y bajas, y también en la consideración como mejor político. Si hubiera nuevas elecciones, sólo un 10,8 % afirma que votaría al Bronco. Y en cuanto a la situación financiera del Estado, un 26,8 % piensa que es de quiebra y un 25 que es mala, de lo cual, según la media de la encuesta, un 40,2 % consideran culpables a los gobernantes y un 11,5 % a los políticos en general. Don Jaime reúne las dos condiciones: la de político y la de gobernante, aunque esta última se le olvide a menudo y siga pensando en abandonarla para llevar a cabo su descabellado proyecto presidencial. El Perico Político, con acertado e irónico humor, ha bautizado al Bronco como el “Brinco”. Excelente apelativo.

No está sólo Jaime en este panorama, porque ahora lo acompaña un habitual de las plantas bajas del sufrido edificio de la opinión pública, el Presidente Peña, que tiene aprobaciones y desaprobaciones muy similares a las del Gobernador, en esta ocasión motivadas por el “gasolinazo”, que al igual que a nivel nacional, en Nuevo León ha ocupado el pensamiento de la inmensa mayoría de los encuestados. Fernando Elizondo parece beneficiarse de la impopularidad de Jaime y obtiene alerta positiva en intención de voto. Sería bueno que la gente recordara que Elizondo es culpable de los mismos cargos que el Bronco, al menos como colaborador necesario, y en particular como ideólogo de la política fiscal, por mucho que se esconda entre bambalinas.

Así que el divorcio y el alejamiento entre el pueblo y los políticos es total: un 78,2 % no se identifica con ninguna opción partidista y un 30,5 no votaría a ninguno. Y el problema, además, no son los impuestos en sí: es la sensación generalizada de que no se traducen ni en inversión pública ni en mejoras tangibles para los ciudadanos, que se sienten engañados y saqueados. Las reacciones se reparten, de momento, entre la paciencia y la resistencia civil. La evolución de este estado de cosas es incierta, porque toda paciencia tiene un límite. Habría que adaptar el famoso dicho sobre México y concretarlo así para los nuevoleoneses: pobre Nuevo León, tan lejos de la democracia y tan cerca de Jaime Rodríguez.