Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá. – Horacio.


Había cierta expectación por saber si las noticias llegadas del otro lado, que presuntamente vinculan al narco con la financiación de la campaña de AMLO en 2006, afectaban a los números del presidente. En breve analizaremos los datos de SABA Consultores, pero les adelanto que los valores de Andrés Manuel siguen estables.


Del tío Sam no cabe esperar nada que no sirva a sus intereses, con lo cual para mí es evidente que destapar, o medio destapar, un asunto así, es un claro mensaje para la 4T. De hecho, que los gringos metan las narices en asuntos ajenos es todo un clásico, hasta qué punto se deje manejar el gobierno mexicano es lo que está por ver. Pero, desde mi punto de vista, lo más llamativo es que, ni en la opinión publicada ni en la opinión pública ha producido sorpresa.


Los muy desacreditados medios parecen dar por sentado que algo así sea natural, o al menos asumible. En cuanto a los ciudadanos, el “Top of mind” ni siquiera registra alusión alguna al asunto, presentando las habituales menciones a la violencia (también aceptada como algo consustancial), y apenas asoma, tímidamente, algún comentario sobre “los chismes que le sacan al presidente”. Ciegos, mudos y sordos voluntariamente. Pero al contrario que los famosos monos sabios, que se supone que no ven, oyen, ni dicen el mal, sucede justo al revés.


Cuenta la tradición que Galileo, después de ser enjuiciado por la Inquisición por aceptar teorías copernicanas, afirmó “¡y sin embargo, se mueve!”, refiriéndose a la tierra. En el caso de AMLO también pasa al revés. Sus datos, a pesar de lo que pienso debería ser un escándalo mayúsculo, no se mueven.


Mantiene sus valores de aprobación y la única señal negativa es la alerta desfavorable que sufre Morena en intención de voto, cuya evolución veremos en próximas semanas. Dudo que sea un punto de inflexión, pero el dato podría ser heraldo de algo. La aceptación, o el mirar para otro lado, ante una noticia así, nos habla de un problema estructural de décadas.


En cuanto a la actitud presidencial ante la clara amenaza gringa, su reconocimiento, justo después de la medición de SABA, de su calidad de sospechoso, asombra y enoja a partes iguales. No había necesidad, o quizá sí, sólo él debe saberlo. El caso es que durante la larga “dictadura perfecta” del PRI, en muchas ocasiones, se eludió la presión de USA con una política ambivalente con respecto al bloque del este.


Esa posibilidad ya no existe como tal. Por otra parte, parece también claro que esas informaciones se han filtrado justo ahora con objetivos específicos. Es posible que uno de ellos sea aplacar la deriva autoritaria del gran tlatoani, y más que probable que si la 4T quiere el silencio de la DEA sea a cambio de algo.


La cosa es que tampoco hubo un aumento de preocupación por la corrupción. Sí es muy reseñable una excepción: a pesar del descenso en los apoyos sociales, AMLO no se deteriora, aunque esto puede ser una explicación al desgaste súbito de su partido. De momento, esto último tampoco afecta a Sheinbaum, que camina de la mano de su jefe, y le está funcionando. Xóchitl sigue sin remontar, y aunque sus apariciones públicas empiezan a aportar algo de propuestas, sigue adoleciendo de dos problemas: hablar sólo para los seguidores propios, y no para quienes ha de convencer, e insistir en una confrontación que para mí continúa siendo un error.


Ganar unas elecciones consiste, claro, en que los tuyos te voten, pero también, y en este caso sobre todo, en que al menos los que dudan confíen en ti. No los asustes o no crecerás. El éxito de Xóchitl de puertas adentro es patente, y ahí está la alerta positiva del PAN en identificación para demostrarlo. Pero las Cartas de Navegación nos dicen que, de momento, los estratos que respaldan a cada aspirante no han cambiado un ápice. No, no se mueve.