Más reinos derribó la soberbia que la espada, más príncipes se perdieron por sí mismos que por otros. – Diego de Saavedra Fajardo
La atención ciudadana en la pasada semana estuvo centrada en la tragedia de Acapulco. El aullido inmisericorde de Otis se ha llevado consigo a Acapulco, la otrora Perla del Pacífico, sumida hace tiempo en una decadencia que termina con la tabla rasa que, finalmente, ha impuesto la versión más cruel de la naturaleza. Los datos recabados por SABA Consultores el pasado lunes nos informan de que este dramático suceso ha dejado aparcados, por ahora, los que habían sido temas de actualidad los días anteriores, de manera señalada el asalto a los fideicomisos del poder judicial. No desaparecen, en cambio, aun cuando figuren eventualmente en un segundo plano, las menciones a la violencia, la inseguridad, y el crimen organizado, que constituyen con diferencia la principal preocupación de los mexicanos.
No así, parece ser, de los aspirantes a dirigir la Nación, que siguen sin presentar plan alguno digno de tal nombre en ese sentido. El único que mostró intención de hacerlo, Ebrard, parece ya definitivamente fuera de juego, y así lo expresa claramente la ciudadanía en dos indicadores: el ”Top of mind” de aspirantes, donde registra alerta negativa y serie por debajo de la media, y las preferencias en caso de una hipotética repetición (harto improbable) de la interna, donde Claudia le aventaja con claridad, asumida ya por todos su condición de ungida. Además, las aspiraciones de Samuel García en MC parecen consolidarse, aunque haría bien el todavía gobernador de Nuevo León en considerar dos cosas. La clara desventaja con la que parte y, sobre todo, el muy distinto carácter y composición del electorado nacional con respecto al neoleonés. Veremos en qué paran las misas, pero por ahora la correlación de fuerzas en materia de intención de voto sigue mostrando que Sheinbaum arrasaría.
Decíamos que el tema central ha sido el huracán. Hay que señalar la mención, en el rubro de la atención ciudadana, al pésimo manejo de la crisis por parte del presidente. La aprobación y la desaprobación a Andrés Manuel siguen sin resentirse, pero repite alerta negativa en calificación media, sin que ello afecte aún a los datos de la candidata de Morena. Al haberse producido una alerta idéntica la semana anterior, cabe atribuir la de la presente medición a una suma de factores: la polémica sobre los fideicomisos, que no ha acabado, y la gestión de la catástrofe de Guerrero. Sobre lo primero, ya tenemos dicho que la cuestión jurisdiccional en la separación de poderes admite pocas bromas. Al fin y al cabo, etimológicamente, la palabra privilegio significa “ley privada”, que es a lo que aspira todo autócrata que se quiere hacer, desde el ejecutivo, con el control del judicial. En cuanto a las críticas por falta de previsión, venidas sobre todo del PAN, no es novedad aprovechar las fallas de un gobierno en el manejo de un desastre para intentar minarlo.
Como tampoco lo es que la autoridad reclame unidad y acuse de deslealtad a los críticos para ocultar errores propios. En la pandemia tuvimos abundantes ejemplos. El rasgo añadido de AMLO no es que acompañara el viento destructor de Otis con sus propias ventosidades, en toda una metáfora de su perfil narcisista. ¿Trató de superar en magnitud al huracán? En realidad, no debemos quedarnos en esa anécdota de su aparición pública, sino en la evidencia, una vez más, de la molestia que le produce cualquier interpelación. El presidente, a la hora de tomar decisiones, no diferencia una sana determinación de la simple y absurda obstinación. Su carácter se ha forjado en una mezcla del resentimiento del vencido con la soberbia del finalmente vencedor. Malos ingredientes. Eso es lo importante de su actitud en el video, lo de menos es si fueron dos o tres pedos, o ninguno.