Verdad es lo que la mayoría ve verdad, pero la mayoría cambia de opinión muchas veces. – Salman Rushdie

Este análisis se beneficia más de lo habitual de las bondades del método de SABA Consultores, porque al englobar los datos recogidos el 15 y el 22 de agosto, va a proporcionarnos un triple provecho, en diversos sentidos.

El personaje central de las variaciones ocurridas en los porcentajes en estas semanas es, sin duda, López Obrador, puesto que sufrió un severo desgaste en la semana del 15, que le llevó a recibir avisos negativos generalizados, en aprobación, desaprobación y calificación, en estos dos últimos casos al grado de alerta y constituyendo valor récord.

Lo más abrupto de este revés para el presidente se tradujo en especial en las antipatías, puesto que fueron la desaprobación y las calificaciones bajas las que presentaron deterioros más aparatosos.
Si ponemos esas variaciones en relación con los acontecimientos sucedidos esos días, es claro, a través del “Top of mind” y del repunte en la preocupación por la inseguridad, que el probable detonante de tal reprobación fueron los terribles acontecimientos que, provocados por el narco, incendiaron México antes de la medición.


Parece, pues, que los abrazos no terminan de funcionar contra los delincuentes, por más que en un ejercicio de cinismo el presidente hablara de propaganda y de magnificación de los hechos por parte de los adversarios.

 

Terminó de colmar el pastel la alcaldesa de Tijuana, que normalizó el cobro de piso por parte del narco, y solicitó que se arreglaran las facturas entre quienes las debían y los acreedores, como si el problema fuera la falta de pago y no la existencia en sí de la extorsión. Las escandalosas y deleznables declaraciones de la dirigente municipal no han recibido reconvención alguna por parte de su correligionario Andrés Manuel, pues no podemos olvidar que ambos forman parte del partido que aspira a liderar el “nuevo régimen”.

Morena, por cierto, descendió también abruptamente en el rubro de identificación partidista, y todo indica que las causas son las mismas, viéndose el partido arrastrado por el desgaste de su líder y las pendejadas de sus integrantes.


En la semana siguiente la expectación radicaba en si el bache de AMLO sería pasajero o se prolongaría. La respuesta queda a medias, pues si bien se refrenó el deterioro, en absoluto los guarismos regresan ni siquiera a los promedios previos. Ello a pesar de haberse producido una noticia bomba, como es la detención del exfiscal Murillo Karam, en el marco de un regreso a la actualidad del caso Ayotzinapa.

Al margen de lo “oportuno” que pueda resultar tal golpe de efecto, lo cual sería materia de otro análisis, lo cierto es que no ha servido para recuperar la imagen de AMLO, e incluso cabe la posibilidad de que no haya influencia de peso en ese aspecto, y simplemente se avecine una recuperación lenta conforme se olviden los dramáticos sucesos de mediado de mes. Podría avalar tal conclusión el hecho de que ni el PRI, que se mantiene más o menos en sus valores, ni Peña Nieto, que incluso mejora en el apartado de peores políticos, se han visto afectados de momento por tal detención.

La conclusión es que, hoy en día, no podemos saber si la crisis de aprobación de Andrés Manuel va a ser más duradera, o por el contrario el olvido paulatino de sus causas, o los efectos del ruido mediático que a buen seguro va a producir el “revival” de Ayotzinapa, le van a servir para rehacerse.

El comportamiento habitual de los números de AMLO, que avalarían los precedentes, consiste en recuperarse de cada mal momento en base a un respaldo muy sólido, integrado principalmente, como sabemos hace tiempo, por quienes perciben apoyos sociales. Esto le permite sostenerse a pesar de sus malos resultados económicos, de los abundantes dislates, y del absoluto descontrol en materia de seguridad pública.

Se ha hablado ya de que la detención de Murillo Karam inicia un juicio al “régimen anterior”, dándose así por bueno que estamos ante un régimen nuevo.