Puedes engañar a todos algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todos todo el tiempo. – Abraham Lincoln

 

Reiteradamente, a lo largo de estos seis años, me he referido a la elección de AMLO como: “El error del 18”, un error colectivo, un error de los mexicanos que no advirtieron el riesgo de hacer presidente a una persona con rasgos de personalidad incompatibles con un buen liderazgo, en especial, su característica de no escuchar opiniones opuestas a la suya.

 

Interesante fue que AMLO tomó el control de México con el apoyo entusiasta de intelectuales, académicos, artistas y empresarios, muchos de los cuales, ante sus locuras incesantes, se fueron desmarcando de las políticas de la 4T, aunque algunos de ellos insisten en su equivocación.

 

Es claro que mi postura es contraria a la 4T, aunque sin la pasión y los odios que algunos de sus personeros me increpan, por su adicción a los supositorios (a suponer cosas). Pero lo cierto es que mi juicio es sereno, casi de observador desinteresado, o más interesado en la maravilla de observar fenómenos sociales deslumbrantes, como que personas reputadas de inteligentes, se entusiasmen con un líder deficiente en su dicción y primitivo en sus juicios y decisiones, orientados no por la ciencia, la tecnología o la experiencia, sino por sus prejuicios, resentimientos y complejos.

 

Ya se analizará en el futuro el fenómeno de la asunción de AMLO al poder. De momento quiero concentrarme en la plausibilidad de que fue un error elegirlo, sobre la base de observar, al cierre de la gestión de AMLO, qué tipo de personas se dieron cuenta de que AMLO no era una buena opción, basados en su desempeño como presidente.

 

Al finalizar el sexenio, se distinguieron fuertemente por darle calificaciones bajas a AMLO, esto es, calificaciones de 0,1,2,3,4 o 5; personas con más de 15 años de escolaridad.

 

En contraposición, se distinguieron fuertemente por no darle calificaciones bajas a AMLO, personas con escolaridad entre 0 y 6 años.

 

En la gráfica que se adjunta, las personas con estudios superiores aparecen en el Hipocentro de Castigo, y las de estudios abajo de 6 años en el Antihipocentro.

 

Dicho de otro modo, después de seis años de gobierno, los que más se percataron de que AMLO fue un pésimo gobernante, fueron los más preparados, denostados constantemente por AMLO, y ahora se entiende porqué; descalificó a los que menos podía hacer pendejos, para que no influyeran. La virtud que significaba el deseo de superación, AMLO la convirtió en defecto, en el vicio del aspiracionismo. Se hizo más virtuoso ser un pendejo como AMLO, que ser una persona con doctorado.

 

Y por otra parte, quienes menos se dieron cuenta del desastre que significó AMLO, fueron quienes apenas saben leer y escribir.

 

AMLO termina con una aprobación de 73.7% y “culmina” su gobierno con un triunfo apabullante de Claudia, aunque ensombrecido por las múltiples violaciones de AMLO a las leyes electorales, significando que, hoy por hoy, en las mayorías nacionales influyen más quienes apenas tienen escolaridad, que quienes tienen estudios superiores.

 

Los países avanzan cuando son guiados por los más preparados y retroceden cuando son guiados por los más ignorantes. ¡Así nos ha ido!

 

De Claudia Sheinbaum lo último que podríamos decir es que sea ignorante. Tiene un doctorado de Berkeley, una de las mejores universidades del Mundo, pero llega con más cadenas y candados que Houdini cuando se lo llevó la chingada, a grado que AMLO no quiere desalojar Palacio Nacional (el muerto y el arrimado, a los tres días apestan). Pero ésta es otra historia, que ya habremos de reseñar.

 

Por lo pronto, dejamos constancia del elevado costo social para un país, cuando la ignorancia tiene preeminencia sobre el conocimiento.

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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