Muy probablemente las casas encuestadoras subirán al banquillo de los acusados después del 2 de junio.

 

Cierto, han sido utilizadas como propaganda de manera consistente, y es importante frenar esas malas prácticas.

 

El problema es que juzgarlas por sus resultados, aunque parece justo, es absurdo, porque la encuesta tiene que ver con el total de los electores y la elección solo con quienes acuden a votar, muchas veces ni siquiera la mitad del total; adicionalmente, de cuando se hace la encuesta al día de la elección, la opinión de los electores puede cambiar.

 

En Metodología de la Investigación hay dos formas para validar las encuestas:

 

  1. Validación interna: que significa verificar que cada etapa de su desarrollo haya sido correcta, esto es, apegada a rigor metodológico. Algo casi imposible de implementar.
  2. Validación externa: que tiene que ver con el juicio que de sus resultados haga un experto en el tema que estudia la encuesta. El problema es que lo que para un experto pudiera ser válido, para otro pudiera no serlo.

 

Como pueden ver, el tema es complicado. Por ello a veces afirmo que los crímenes que se comenten con las encuestas son crímenes perfectos.

 

MI SUGERENCIA

 

Partiendo del hecho de que las encuestas son fundamentalmente un tema estadístico, mi propuesta es la siguiente:

 

Propuesta: Que el INE exija a todas las casas encuestadoras, que tengan a un responsable metodológico que cuente con al menos Maestría en Estadística. Que tengan un Director Estadístico.

 

De ese modo confiaríamos en la ética profesional de los estadísticos, la validez de las encuestas.

 

Alguna vez fui director estadístico de un laboratorio de estudios de bioequivalencia. Un tema vital, porque significa poner a disposición del público medicamentos abatidos en sus precios, pero con la garantía de que funcionan tan bien como los originales o innovadores. Periódicamente COFEPRIS evalúa la rigurosidad metodológica de los laboratorios, pero en esencia confía en la ética de los estadísticos, químicos y médicos que los constituyen.

 

Si podemos confiar nuestras vidas en la ética profesional, ¿por qué no hacerlo en el caso de las encuestas?

 

A largo plazo la solución ideal es desarrollar una cultura popular que incluya los elementos básicos de las encuestas. Si llegamos a constituir un pueblo que por su cultura no se pueda engañar, no habrá mercado para quienes pretendan engañarlo.

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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