Para mis padres, hoy aislados, que espero pronto abrazar.
Entendí la paternidad cuando vi nacer a mi primera hija, y fue tanto el amor que sentí por ella, que se me dificultaba la idea de querer igual a un hijo más, quizá influido por la idea de Federico Engels de que el amor es exclusivista.
Cuando nació mi segunda hija me llevé otra sorpresa. No sabía que para ella tenía otro tanto de amor, y llegué a la conclusión de que el amor es infinito.
Quizá Engels tenía razón, porque él se refería al amor sexual, exclusivista y concentrado, a diferencia del amor de padre (madre), que es infinito y desparramado.
Se me detuvo la cuenta en cinco hijos. ¡Ni modo, porque había padre pa’ más!