Interesante lo que pasa en la campaña presidencial. Es una lucha entre aficionados. En consecuencia, interesantísima.

 

En las arenas de boxeo pueblerinas, previo a las peleas entre los profesionales, se realizan las peleas entre espectadores voluntarios, que sin técnica, sin estilo, se empiezan a tirar golpes a lo pendejo. Se les conoce como peleas de botana; nuestra elección presidencial es de botana.

 

Veamos:

 

  1. Xóchitl no levanta; tiene cuatro meses liderando la catarsis colectiva que genera su confrontación a AMLO; genera alivio en el alma, pero no intención de voto.
  2. AMLO está atrapado. No tiene salida. Debería dejar pasar la rola de las acusaciones que lo relacionan con los narcos, pero se enreda en el tema haciéndolo crecer. En términos taurinos debería hacer la suerte de Tancredo, esto es, la única forma de evitar la mortal envestida, es permanecer inmóvil, ni siquiera parpadear, aunque traiga el ojo pipilisco.
  3. Claudia insiste en justificar todas las locuras actuales y anteriores de AMLO. ¿Para qué arriesgar? Lleva una ventaja considerable; ¡solo debe nadar de muertito!

 

A final de cuentas, el 2 de junio, tendremos la definición de la contienda. Serán las circunstancias y las pendejadas más autodestructivas, más que el talento y oficio político, los que hagan la diferencia.

 

Por supuesto que quienes ganen supondrán que sus pendejadas fueron genialidades, y habrán de integrarse al mundo de fantasías en que se ha convertido la praxis política de nuestros tiempos.

 

Sería una comedia exquisita, de no ser por los tantos muertos que tendremos.

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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