Ni manera de desearles buenos días, escribió esta mañana una compañera, en uno de mis grupos de whatsapp.

Junto a la euforia de muchos (cada vez menos), coexiste el desaliento de otros (cada vez más). Ojalá que pronto, tanto la euforia como el desaliento sean desplazados, en la mayoría de nosotros, por un sensato, razonable optimismo.

Por lo pronto mi empatía con los desesperados, angustiados, deprimidos, arrepentidos, enojados, asustados, decepcionados. De algo les (ja ja, nos) podría servir, recordar las siguientes sabias palabras que nos dejó el autor del Libro de la Selva, Rudyard Kipling:

Si en la lid el destino te derriba; si todo en tu camino es cuesta arriba;
Si tu sonrisa es ansia insatisfecha;
si hay faena excesiva, y vil cosecha;
si a tu caudal se contraponen diques;
date una tregua, ¡pero no claudiques!

Buenos días compañeros; ¡que Dios les de salud, y a mi no me olvide!