El influjo excesivo de un poder se proscribirá como principio de tiranía. – José María Morelos y Pavón



Aunque aparentemente la medición de SABA Consultores del pasado día 12 no aporta grandes novedades en los indicadores principales, haríamos mal en no leer entre líneas. Para empezar, AMLO repite aviso negativo, esta vez al grado de alerta, en el Top of Mind para la presidencia, lo que nos habla de cierto desánimo entre sus seguidores. Tal desánimo tiene un reflejo más suave, pero igualmente claro, en un descenso en la aprobación al presidente, hasta quedar por debajo del promedio, y un aumento igualmente leve de la desaprobación. Todo ello sucede al tiempo que los apoyos sociales, el gran instrumento de control de la 4T sobre sus seguidores, también se redujeron de forma notable. Esta última correlación es quizá lo más patente que se observa desde el inicio de los monitoreos. Quien tenga oídos para oír, que oiga. En la interna de Morena también se observa desánimo, porque los tres gallos, Claudia, Marcelo y Ricardo, cada uno en su medida, descienden en adeptos, y aumenta el número de quienes no se decantarían por ninguno. Esto último sucede mientras la presencia en medios de los tres (que, en realidad, con posibilidades dentro de Morena, son dos) ha sido profusa, incluyendo la posibilidad de un debate público que sería verdaderamente sano.



El ”Top of mind” de acontecimientos nos dice que la marcha a favor del INE sigue presente, a pesar del transcurrir del tiempo, mientras que ya no aparece la manifestación de respaldo que organizó a mayor gloria propia el presidente, con el dinero de todos los mexicanos. Pero lo más interesante es que, junto a lo anterior, lo único que se coló entre las habituales menciones a cuestiones sobre la inseguridad, es un concepto interesante: la “democracia electoral”. Esta preocupación por esa fundamental vertiente del sistema representativo guarda evidente relación con los sucesivos planes de López Obrador de liquidar las funciones del INE, mediante su control desde el gobierno. Porque por más que nos quieran vestir a esa mona de seda, mona se queda. El plan B, más allá de los errores fortuitos que los duendecillos palaciegos nocturnos deslizaron para favorecer a los partidos satélite de Morena, lo que sonrojó hasta al propio presidente, no es más que un subterfugio, un fraude de ley. Es sencillo: si la norma mayor, que es la Constitución, exige unos requisitos, no se pueden (no se deben) sortear estos mediante reglamentaciones que, ultimadamente, persigan objetivos contrarios a los de la Carta Magna. El espíritu constitucional, claro está, es establecer unos contrapesos al ya desproporcionado poder que, en México, a través de la figura del presidente, tiene el ejecutivo.



Y aquí llegamos al meollo de la cuestión, a la preocupación que los ciudadanos expresan al prestar atención a la democracia electoral: el entierro sin funeral de Montesquieu y los principios que enunció en “El espíritu de las leyes”. El intento de liquidación de la separación de poderes que se quiere perpetrar desde la 4T. AMLO ha olvidado el uso del poder en beneficio de la mayoría, para sustituirlo por el uso de la mayoría en beneficio del poder. Hay políticos voluntaristas cuyas decisiones pueden ser erróneas creyendo sinceramente en fundar un mundo mejor. Pero las decisiones de un iluminado no tienen límite, son un peligro. Y mucho más si se nos fundamentan en la supuesta voluntad popular. Aun si fuera así, ya nos advertía Cicerón, en ‘De Legibus’, hace veintiún siglos: “…si los derechos se fundaran solo en la voluntad de los pueblos, … sería jurídico el robo, jurídica la falsificación, jurídica la suplantación de testamentos, siempre que tuvieran a su favor los votos a los plácemes de una masa popular…». Advertencia y moraleja: cuando un ejecutivo, aunque lo respalden mayorías, pretende apisonar a los otros dos poderes se viene de lleno una tiranía. ¡Aguas!

 

Monitoreo Nacional 13/12/2022

AMLO sigue perdiendo fans y crece el rechazo a todas las corcholatas.