¿Quién ganará la presidencia? Usualmente las encuestas nos daban luz al respecto. ¡Ya no! Hoy es un misterio.

 

¿Qué hacer al respecto? Cada quien hará lo que quiera, lo que deba o lo que pueda, de acuerdo a sus circunstancias; esto es, siguiendo a Ortega y Gasset, de acuerdo a sus opciones. Nunca faltarán pendejos que traten de imponer a otros su querer o su deber, y por ello, en aras de un régimen de libertades, lo primero que debemos hacer es, a esos que pretenden marcarnos el paso, mandarlos a chingar a su madre.

 

Partiendo del criterio anterior, van las siguientes observaciones:

 

  1. Cuando se hizo la escandalera por la ya famosa encuesta de Reforma, supuse que impulsaría a Claudia y a AMLO, pero a ambos les fue mal en mi medición del lunes pasado. También supuse que a Xóchitl le iría mal, pero le fue bien. Conclusión: Las pinches encuestas, por escandalosas que sean, ya no influyen de manera importante.
  2. De lo anterior se deriva que toda la atención que las mentes más lúcidas pro-Xóchitl le han puesto a las encuestas ha sido un desperdicio de tiempo. Yo les recomendaría que mejor sustenten, ante sus lectores o audiencia, porqué apoyan a Xóchitl.
  3. Debo confesar que, como soy alérgico a las pendejadas, casi no veo la propaganda de los candidatos; aún así, me parece que la estrategia confrontativa, cuestionadora de Xóchitl es correcta, porque empieza a dar frutos. Poner el dedo en la llaga de la inseguridad y la neo-corrupción, ya empieza a deteriorar a AMLO, generándole desgaste a Claudia.
  4. La situación de Claudia es interesante. Su misión no es convencer a los electores de que es la mejor opción: su misión es convencernos de que AMLO no es un pinche loco y de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, porque si no fuera AMLO presidente, las cosas estarían peor. Dadas sus circunstancias, sus opciones, creo que debe seguir tragando sapos, pero que debería no insistir demasiado, porque AMLO está bajo “metralla” de los gringos, y sí se derrumba ella podría acompañarlo.
  5. Jorge ahí la lleva. Creo que se va a lucir en los debates, y aunque ganar la elección no se ve como posible futuro esperable, si entiende que hacer un papel decoroso le puede convertir en una figura nacional, ganará perdiendo.
  6. Yo me olvidaría de las encuestas. En las entrevistas, como candidato, diría que no tiene caso hablar de ellas dada la crisis de credibilidad por la que atraviesan desde hace varios lustros, y conduciría las entrevistas hacia los temas sustantivos de las campañas. En el caso de Xóchitl tiraría a la basura sin verlas, a esas mamadas de encuestas que ya le dan empate técnico.
  7. De algo podemos estar seguros. La mayoría de las encuestas van a fallar, y muy probablemente serán las más cuchareadas las que acierten, justo porque no serán encuestas sino presciencia o prospectiva, lo más aproximado a la brujería o santería.
  8. En consecuencia: Hagan proselitismo más que propaganda. Expliquen porqué, ustedes y gente como ustedes, ven con buenos ojos a la opción de su preferencia. O incluso porqué ven con preocupación a la opción que no desean.
  9. ¡No se preocupen demasiado por AMLO! Entre más ilegalidades y pendejadas haga, peor le va a ir, y no solo con sus adversarios, también con sus fieles de hoy. ¡Es hombre muerto caminando!

 

 

¡Disfruten de la fiesta democrática! Bájenle a la intensidad en las discusiones, no escatimen el cariño y la amistad por diferencias ideológicas. A final de cuentas será presidenta o presidente quien las mayorías (La Muchacha) quieran. ¡Confiemos en su buen juicio!

 

Y por Dios, abandonen ya la onanística práctica (puñetera para que me entiendan los finitos) de estar obsesionados con el 2 de junio. Piensen en lo que pasó ayer, en lo que está pasando hoy; en si abona o no a la causa, en si algo se puede hacer para aprovechar las circunstancias cambiantes que se van presentando. No se preocupen por si van a ganar o van a perder; ocúpense en hacer cosas para mejorar su posición competitiva y, por qué no, en cómo debilitar o joder a los adversarios. ¡Tal es el juego de la política!

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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