Los resultados obtenidos por SABA Consultores el 15 de enero, los cuales reflejan lo ocurrido entre el 9 y el 15 de enero, son explicables ya que esta semana fue particularmente “densa” en nuestro parámetro de la Tendencia Decreciente del Bienestar General (TDBG) y forma parte todavía de la “Cuesta de Enero” por cierto, una de las más pronunciadas de los últimos años.
Los resultados de 34.7 % de aprobación en el monitoreo, como también los de 48.6% en las encuestas para el gobernador Rodrigo Medina reflejan lo mismo: No sólo el alza en las tarifas de los autobuses sino toda la carga de penurias económicas; los nuevos impuestos; el alza de precios generalizada; la pérdida de empleos en diciembre y, además, dos elementos importantísimos: Las muertes por influenza que las autoridades minimizan pero de las que se habla mucho entre las familias y que introduce un cierto nivel de pánico; de la misma forma que lo hace la proliferación de los “delitos hormiga” (robo a casa habitación, cristalazos, asaltos etc.), producto directo del desempleo y el estancamiento económico.
Todo esto genera descontento hacia el gobernador Medina, la autoridad mas visible, aunque en realidad no es su culpa directa; del mismo modo que en Michoacán se culpa a Fausto Vallejo de la situación que tiene un origen mucho más profundo. Medina calculó el impacto político del aumento de las tarifas de autobuses y por ello ha lanzado un operativo de “control de daños”, mediante la distribución masiva de tarjetas Feria gratuitas y el PRI de Eduardo Bailey ha salido a golpear al PAN con lo de los “moches”, mientras otros priistas arreciaron el fuego contra Margarita Arellanes aprovechando sus debilidades más obvias, para tratar de contrarrestar las ventajas que obtiene la oposición.
Este operativo se confronta con la campaña de populismo de derecha del Bloque Opositor de Nuevo León (BONL) –PAN-IP, ONGs y su “artillero” el diario El Norte — que ha hecho de las tarifas de autobuses el centro de su campaña, emulando al fallecido Ignacio Zapata, y el choque ha conducido sólo a un proceso de “desgaste recíproco”, que se refleja claramente en la caída de los reconocimientos a los dos partidos PRI y PAN, así como en la intención de voto hacia alguno de ellos o a los dos que se reflejan en los números de SABA.
La permanencia de Mauricio Fernández y Jaime Rodríguez encabezando las preferencias de los miembros de sus partidos y de los encuestados en general, es un fenómeno que debemos comparar en términos de su equivalencia con uno más extremo: La popularidad de Juan Manuel Mireles e Hipólito Mora en Michoacán, dos líderes visibles de las autodefensas que aparentan ser figuras “fuera del sistema”, sistema al que la población, como resultado de la TDBG tiende a rechazar.
Este “divorcio entre la sociedad y el Estado”, que señala el comisionado Alfredo Castillo en Michoacán, existe en diferentes grados en todo el país y nosotros lo representamos como la Tendencia Creciente de la Anomia Social (TCAS). Contra eso, en el caso de Nuevo León, Rodrigo Medina sólo tiene los programas sociales y las obras públicas, los resultados positivos de Fuerza Civil y otros logros menos tangibles para la sociedad como los 3,600 millones de dólares de inversión extranjera directa, que logran agenciarle un apoyo de no más de la mitad de la población, mismo que suele erosionarse por los sacudimientos de la TDBG como refleja el monitoreo de SABA.