Cuando parecía que ya nada nos podría sorprender de la degradación política de la 4T, el Mayo Zambada nos ofrece un testimonio gravísimo, más de lo que parece.
Que los malandros asesinan, extorsionan, cobran piso, financian a políticos en sus campañas, operan con libertad en sus actividades delincuenciales, sin ser molestados por los beneficiarios de su mecenazgo, ya no toma por sorpresa a nadie. Todo eso ya lo habíamos escuchado o atestiguado.
Pero el testimonio del Mayo dice algo nuevo y gravísimo, y está en el segundo párrafo de su texto, que a la letra dice:
“Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba enterado de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la UAS, sobre quién debería dirigir esa institución”.
¡Válgame el santo apachurrado!
¿Los narcos ayudando a resolver diferencias entre líderes políticos? ¡No mamen!
Y ¡otra más, gallero! (Juan Rulfo): Que los Narcos se involucren en la definición de quién debería dirigir a una universidad pública, se pasa olímpicamente de la raya; todo indica que de los abrazos pasaron a cosas mayores entre el gobierno y los malandros.
Por supuesto que es gravísimo que a Héctor Melesio Cuén lo hayan asesinado ipso facto, y que Rubén Rocha Moya podría sufrir un atentado; también es grave el agarrón de nalgas y la burla que los gringos le han proferido al Comandante Supremo de nuestras fuerzas armadas, pero más grave aún es la autoridad política e intelectual, que nuestros delincuentes han alcanzado en la Cuarta Transformación.
Salvador Borrego, Ph.D.
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