Hay tiempos de sumar, tiempos de sumarse y tiempos de sumirse. – Sabiduría priísta
En muy pocos días AMLO dejará de ser presidente de México, y por más que se afane en afirmar lo contrario, ¡no quiere dejar de ser presidente! Se podría decir que tendrán que sacarlo a rastras de Palacio Nacional.
Tengo la impresión de que a muchos mexicanos les habría gustado que AMLO siguiera siendo presidente (el 28 de este mes, les diré exactamente cuántos), y eso hace más complicado el drama, que en términos generales se puede plantear como el reto de irse sin irse, de dejar el poder sin dejarlo. Pero con la condición interesantísima de una contraparte claudiana, que busca que parezca que sigue con el poder pero que ya no lo tenga, o aparentar que no se va, pero que se vaya a La Chingada.
En este contexto, AMLO ha metido su cuchara más allá de donde la moral y las buenas costumbres recomiendan, en el crucial tema de la conformación del gabinete de Claudia; se podría decir que es el mismo gabinete de AMLO con alguna chalpaqueada, en el más puro gatopardismo.
Hasta ahí todo iba más o menos, pero donde creo que AMLO se equivocó de a madre, fue en la pretensión de dejar a su hijo Andrés Manuel López Beltrán como figura pública, accesible a los cocodrilos de los medios de comunicación; específicamente como Secretario General del Partido Morena.
Por supuesto que lo van a hacer su piñata favorita; todos los cuestionamientos que ha publicado Latinus y otros medios, y todo lo que se publicará no solo de él, de sus hermanos, de su padre (ya para entonces enjaulado en La Chingada), de sus tíos, etc., serán pretexto más que suficiente para que los medios corran jubilosos a recabar la reacción del López que dejaron con la cabeza de fuera.
Le van a dar hasta por debajo de la lengua, en un festín mediático que buscará, como en las piñatas infantiles, derribarlo, reventarlo y sacarle todo lo que lleve en la panza.
Lo prudente para estos muchachos es esconderse; dificultarles la tarea a los que irán tras ellos; no ponerse de pecho, y menos de nalgas, porque los pueden perjudicar.
Salvador Borrego, Ph.D.
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