¡Un perdido a todas va!

 

La pandemia será el tema de nuestra vidas, y también el tema de nuestras muertes. En torno a ella girarán no solo la lucha por el poder, sino también controversias para su cura y prevención, de cuya resolución habremos de sentir el alivio del deber cumplido, o la profunda culpa por no contribuir a evitar decenas o centenas de miles de muertes.

 

Esta mañana, el eminente Doctor Alejandro Macias, publicó el siguiente tuit:

“Anuncia el presidente Maduro de Venezuela que el gobierno repartirá gotas milagrosas para el tratamiento de la COVID 19. Es surrealista, es increíble lo que puede hacer este ejecutivo sin contra pesos.”

Las gotas milagrosas podrían ser de Dióxido de Cloro, o quizá de otra cosa; como también se dice de la ivermectina, esta última con el respaldo del grupo médico MATH de Houston, Texas.

 

¿Quién tiene la razón? A ciencia cierta no lo sé, pero si se tratara de una apuesta yo lo haría, con los ojos cerrados, en apoyo al Dr. Macias y otros célebres médicos que opinan como él.

 

Aún así, le respondí su tuit con lo siguiente:

 

“Doctor, le compro la idea de un inaceptable alto riesgo, no la de un inevitable fracaso. Ya tomaron la decisión, veamos qué pasa; no solo se llega a la verdad a través de estudios experimentales, también hay estudios observacionales, no lo olvide. Y conocimiento común! Observemos”

 

Me refiero al conocimiento común u ordinario, a un tipo de conocimiento que se genera por la experiencia, en contraste o complemento al conocimiento científico, que sigue rigurosidad en los métodos, diseña los experimentos, aleatoriza, usa esquemas doble ciego y placebos. Debemos puntualizar que el conocimiento no siempre es verdadero.

 

Hay quienes saben muchas cosas pero son puras pendejadas. Dicho de otro modo, hay conocimiento verdadero y también conocimiento falso. Mucho del conocimiento ordinario es falso, pero también hay verdadero. Casi todo el conocimiento científico es verdadero, pero también hay falso. Sin ir muy lejos, la ciencia médica, a lo largo de los años, alternativamente nos ha dicho que la ingesta de sal es buena o mala.

 

Dicho de otro modo, el conocimiento científico no agota el conocimiento. No podemos cerrarnos a la posibilidad de nuevos conocimientos verdaderos hoy desconocidos por la ciencia; su chamba central, la investigación, es justo la búsqueda sistemática de verdades no descubiertas (Hardy).

 

Por lo anterior, es claro que la ortodoxia médica ni debe avalar, mucho menos recomendar medicamentos no aprobados siguiendo las regulaciones sanitarias, pero si ya alguien lo está haciendo, por qué no abrir nuestras mentes y orientarlos mínimamente para que lleven registros de las condiciones de salud de las personas que los toman, la posología y el registro de los resultados. No sería un estudio experimental, sería uno observacional, que podría salvar miles de vidas dependiendo de los resultados:

 

  1. Si efectivamente se observa que no hay beneficios, e incluso que se presentan daños, se tendrían elementos de convicción adicionales para que dejen de usar esos medicamentos alternativos.
  2. Si se observa que sí funciona, aunque de momento no sepamos por qué, podría recomendarse, con todas las reservas, como una alternativa para quienes no tienen otra más, bajo el principio filosófico de que “un perdido a todas va”.

 

El tiempo nos dirá por dónde anduvo la razón. Unos sentirán alivio, otros sentirán culpa. Unos se arrepentirán de su cerrazón, otros tendrán el consuelo de haber hecho lo correcto, y a otros les valdrá madre.

 

¡Hasta la próxima!

 

saba@sabaconsultores.com