“Jugar” en la banca.
Ayer se registraron 1165 decesos por Covid en México. Nuevo récord, dicen los medios. Seguramente habría sido Alerta Negativa en nuestro monitoreo que suspendimos, cuando públicamente reconocieron las autoridades sanitarias que los datos no eran fidedignos, y cuando nos convencimos que no había interés de las autoridades por aplicar estas técnicas de previsión de riesgos y detección de oportunidades para la mejora, en indicadores preventivos.
Si de algo estamos convencidos con esta pandemia es que enfrentamos algo desconocido; muchos de los pronósticos basados en modelos infecciosos previos fallaron como consecuencia. La constante ha sido la incertidumbre, la confusión y el desconcierto.
Médicos prestigiados como los del programa MATH en Houston, recomendando ivermectina, descalificada a su vez por otros grupos de médicos prestigiados (yo la tomo, pero para mis piojos); hay polémica también, entre médicos, con el dióxido de cloro, con las medidas específicas de prevención y cuidado; los prestigiados Laboratorios Mayo, acaban de publicar que son falsos muchos de los criterios sobre los cuales se toman decisiones.
¿Cómo enfrentar esta confusión e incertidumbre? Es claro que es un tema multidisciplinario, cuya complejidad se agiganta por estar contaminado por los intereses económicos (a las farmacéuticas no les gustan las soluciones baratas), y por los intereses políticos (a algunos les cayó como anillo al dedo).
Los esfuerzos que se hagan enfrentan como constante la incertidumbre, y para atender esa enojosa e incómoda condición, se desarrolló la ciencia estadística, y no se ven estadísticos en la cancha de juego. Muchos errores pudieron evitarse, si las decisiones se hubieran tomado con base en análisis de datos derivados de diseños experimentales simples, y las más de las veces de estudios observacionales, pero los encargados de la pandemia decidieron jugar solos. Ganamos nosotros o perdemos nosotros; parecen decir: ¡la pandemia y las vacunas, son nuestras!
A mí me han preguntado si les puedo ayudar, y les digo que sí, pero hasta ahí llegan. Hasta las huestes gatellianas preguntaron por mi teléfono, pero no llaman.
Y no es solo el caso de los estadísticos, hay muchos especialistas desperdiciados o desaprovechados en México, que vemos el partido desde la banca. Nos han anotado 1165 carreras en la última entrada, pero el mánager dice que vamos muy bien, y que no hay mejor pitcher en el mundo, que ese que lo mira con ojitos de borrego a medio morir, y poniendo la mano sobre el corazón.
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