¡Que ganen los mejores!

 

Amigos muy queridos y sabios, dicen de mí, y a mí, que soy un pésimo vendedor. Que no debo sugerir que mis clientes potenciales hacen pendejadas y que es de mal gusto que afirme que mis supuestos competidores son unos aficionados.

 

Yo les agradezco su preocupación y hasta un poco que se conduelan por la discrepancia entre el valor que me asignan y la retribución económica que he recibido, pero no modifico mi conducta, en parte porque estoy convencido de lo que digo, y en parte porque mi actitud es una criba que me permite seleccionar a los clientes potenciales más inteligentes, dejando atrapados en el cedazo a los más pendejos.

 

Y no es por mala fe, ni por un interés de tener clientes ganadores; la razón es de buena fe: la estadística, como potenciadora del conocimiento experto, favorece a los inteligentes y perjudica a los pendejos. O sea, la decisión es por el bien de todos.

 

¿A qué obedece mi actitud ante políticos y también estrategas famosos (a quienes no pocas veces he ninguneado)?

 

Lo explicaré con una analogía en el campo industrial:

 

El control y mejora de los procesos industriales depende del conocimiento, y hay dos tipos de conocimiento: el conocimiento científico, el que llevan a la industria los ingenieros que abrevaron en la ciencia universitaria, y el conocimiento ordinario, el modesto conocimiento que a lo largo de los años adquieren los obreros que están permanentemente en la línea de producción.

 

Es común que en la industria, entre los obreros, se escuche lo siguiente: “ya llegó el nuevo ingeniero a pedirnos que verifiquemos si funciona algo que ya sabemos que no jala”, y efectivamente no jala.

 

Mi posición dentro de los procesos político-electorales, es muy parecida a la de los obreros en la industria, soy un humilde obrero de la política, pero por mi metodología he estado por años viendo, de manera constante, cómo se mueven las cosas. Como los obreros, he aprendido muchas cosas, de las más de ellas no se las razones, por eso siempre estoy buscando científicos sociales que las expliquen y solo encuentro publicistas, estrategas y políticos llenos de fantasías. Pero poco a poco se avanza en la idea de que se integren sociólogos y psicólogos, entre otros científicos sociales, al quehacer de los procesos político-electorales.

 

Pues bien, ¡arranca el proceso electoral del 2021!

 

Que gane el mejor, o …

 

¡Feliz año compañeros!

 

saba@consultores.com