Rebrote de priismo.

 

La mayoría de los interesados en la política se ubican en el eje defensor-detractor de alguna causa, partido o actor político; de entre ellos, los más primitivos e irracionales son lo que llevan sus preferencias al extremo de considerarse pro o anti algo; son los adalides de la generalización, de la división, la polarización y el encono.

 

El sector más interesante de ese grupo anti-pro, que vive y siente la política de modo obsesivo y apasionado, es el de los intelectuales, por el aplomo con el que públicamente defienden sus confusiones. Hace años difundieron a coro que la sola alternancia en el poder nos conduciría al desarrollo, la justicia y la felicidad; le pavimentaron el camino a la presidencia a Vicente Fox y a Marthita. Uno de ellos, Jorge Castañeda, se refirió alguna vez al tema, y confesó que en realidad nunca pensaron que la sola alternancia produjera tantas bendiciones, pero que le mintieron al pueblo bueno porque la prioridad era sacar al PRI de Los Pinos. Entre reconocerse pendejo o cínico, optó por lo segundo, y terminó quedando como las dos cosas.

 

En tiempos más recientes desarrollaron el anti-priismo, ilusionados ahora con la idea de que AMLO destruiría al viejo régimen corrupto, perdiendo de vista que AMLO tenía un concepto tan amplio de la corrupción, que también a ellos incluía; y ahora lloran y gritan por todos los beneficios que tuvieron con el PRI, que nunca agradecieron, y hoy les quita AMLO. Y ahora, cuesta abajo en su rodada, como dirían Gardel y Le Pera, arrastran por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.

 

La última novedad es que están asombrados por el rebrote de priismo que advierten en los triunfos priistas en los estados de Hidalgo y Coahuila.

 

Hay muchos ejes para observar o participar en la política, uno muy interesante es el de la razón-sinrazón (o irreflexión o locura). Aunque los ejes no son excluyentes, en éste se disfruta, más que el triunfo político o electoral, el triunfo de la consistencia lógica de los resultados. Así, resulta claramente entendible la debacle Morena, dados los monumentales errores de AMLO, y la cena de negros (con perdón de los políticamente correctos, no de los negros) en que se ha convertido Morena. Y también resulta entendible la ansiedad, angustia y desesperación de nuestra intelectualidad, a la que hoy la vida les pasa la factura por su ignorancia elocuente: ya no influyen en sus pocos lectores, si es que alguna vez lo hicieron.