¡Favor de no mamar!
El caso de Yasmín Esquivel me remontó a los tiempos de gloria del PRI, cuando el poder irradiaba riqueza, fama pública e impunidad, para los muy amigos. Alguna vez, en un pueblito de NL, la imprudencia de un amigo del alcalde (por circular en sentido contrario), ocasionó un accidente vial. Se programó el peritaje para el día siguiente, y durante la noche le cambiaron el sentido de circulación a las calles. Por consecuencia, el amigo del alcalde resultó ser la víctima inocente de la insensatez de un pendejo que circulaba en sentido contrario.
La historia se contaba jocosamente entre la cúpula priista pueblerina, como ejemplo de hasta dónde podía llegar el cariño y solidaridad de un alcalde por un amigo.
Pues bien, la historia de marras se queda cortita comparada con la de Yasmín, en primer término porque es amiga no de un pinche alcalde de rancho, sino del mismísimo presidente de la República, pero sobre todo porque aquellos pendejos solo cambiaron la dirección vial de norte a sur por la opuesta de sur a norte; y estos chingones de la 4T cambiaron el sentido del tiempo, de pasado a futuro a su opuesto también, de futuro a pasado, para que el plagiario sea el que hizo primero la tesis. ¡Esto es hacer historia, no chingaderas!
¡Hasta Stephen Hawking se quedó pendejo!
Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.