Las dos Opiniones Públicas.


Desde que surgió el concepto de Opinión Pública, con Jaques Necker allá por 1784, en Paris, en tiempos de Luis XVI, del cual este banquero suizo fue su ministro de finanzas, se estableció como algo de la mayor relevancia para las figuras de poder. Ni siquiera los dictadores, por muy autoritarios que sean, se han atrevido a desdeñarla, al menos hasta antes de decidir mantenerse en el poder basados en el poder de las armas y la represión, como ahora lo hacen en Afganistán e Irán.


Decía el sabio Necker que: “Solo los tontos, los teóricos y los aprendices, dejan de tomar en cuenta a la opinión pública”, casi dos siglos y medio después, su sentencia mantiene intacta vigencia.


Pero en aquellos tiempos de Necker, de la Revolución Francesa, del Directorio y el imperio de Napoleón Bonaparte, se entendía como Opinión Pública a lo que se comentaba en los cafés políticos, círculos literarios, prensa y uno que otro congal, como el que tenía La Bandida en La Condesa.


Dicho de otro modo, el concepto original de Opinión Pública, es lo que ahora se entiende como el Círculo Rojo, que sigue teniendo presencia en la prensa, en los medios electrónicos, y en las redes sociales de élite, como Twitter, aunque por ahí se muevan unos colados llamados bots.


Es claro que, si nos atuviéramos a la idea original de Opinión Pública, como se refleja en muchas plumas y voces, AMLO ya chupó Faros, porque en la discusión de élite la 4T está totalmente desacreditada, y es una discusión entre pesos completos de la intelectualidad contra pesos mosca apoyadores de AMLO, con el aderezo de los irracionales, y los confundidos que se debaten entre seguir apoyando el proyecto moreno o rescatar algo de su respetabilidad.


Sin embargo, con el advenimiento de la Democracia Representativa, concepto de Alexander Hamilton de finales del siglo XVIII, se inventaron las elecciones, y aunque no todos los habitantes eran convocados, las mujeres tuvieron que esperar varias décadas, y los marginados social y económicamente no participaban mucho del juego democrático, poco a poco se fue generalizando la participación, por razones de elemental justicia como con las mujeres, y también por rentabilidad electoral como en el caso de los pobres (Franklin Delano Roosevelt, el ídolo de AMLO, fue el primer beneficiario de esto, en la elección presidencial de 1936). Y con la generalización de la participación ciudadana el mismo concepto de Opinión Pública dejó de ser elitista, para pasar a ser la que corresponde a las mayorías ciudadanas, medible únicamente a través de las encuestas. Por ello Vincent Price define Opinión Pública, justo como lo que resulta de una encuesta.


Pues bien, en el México de hoy tenemos una Opinión Pública en el concepto original de Necker, que se nos presenta como Opinión Publicada, donde AMLO y Morena están ligeramente jodidísimos, y una Opinión Pública en el concepto de Vincent Price, donde a la oposición, como diría el fino Paco Ignacio Taibo II, se la están metiendo doblada.
Es exactamente la situación que se vivió en EEUU en la elección de 1936; en la Opinión Pública original, medida (por sus defectos) por el Readr’s Digest ganaba Alf Landon, mientras que en la Opinión Pública de Price, medida con menos defectos por George Gallup, ganaba Roosevelt. Dudo que Roosevelt haya sido tan descarado como AMLO, y que haya entendido el New Deal como una estrategia política para ganar por los pobres chingándose a los pobres, pero como todos sabemos, ganó su reelección en 1936.


Pues bien compañeros, de seguir las cosas como van, el 2024 ganará Morena, y la única esperanza que tenemos es que el nuevo presidente, ya con su mágica bandita tricolor sobre el pecho, decida traicionar a AMLO.


Por supuesto que, los Intelectuales chingones que van contra AMLO, podrían encontrar la manera de penetrar en las mentes de los pobres, que ni los ven, ni los leen, ni los oyen. Y podrían, junto a las organizaciones de la Sociedad Civil y los partidos políticos, encontrar una forma o una circunstancia favorable para descarrilar a la 4T el 2024, pero está muy complicado. Son muchos egos inflamados como para esperar la humildad de ponerse de acuerdo.


Y finalmente, como diría el bohemio, la esperanza, nuestra dulce amiga, que convierte en vergel nuestro camino, sigue siendo la Virgencita de Guadalupe, que algo podría hacer en favor de los pobres engañados de México, salvándonos de las locuras de AMLO.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.