Aquí pinchemente, platicando con Einstein.
Como ya me estoy volviendo loco, y aprovechando que ya no me puede contestar, me atreví a responder un texto de Albert Einstein, el científico más célebre y querido de todos los tiempos.
Einstein: El azar no existe. Dios no juega a los dados; eso que algunos llaman suerte, no es otra cosa que la incapacidad de nuestra mente para conocer la causa de un suceso, pero la causa siempre existe.
Existe una inteligencia suprema, mente universal o energía divina, o poder supremo o fuente o Dios, que ordena el universo, que es infinita y todo poderosa, que está en todo y en todos, que todo lo sabe y con la que estamos en permanente comunicación.
Y si hacemos que esa comunicación sea fértil, el universo se convierte en un campo de posibilidades infinitas, en el que se producen cosas extraordinarias que algunos llaman milagros. Pero esos milagros, en realidad, no son otra cosa que un flujo de energía positivo entre nosotros y esa inteligencia suprema.
Yogas el cantinero: Así es mi querido y admirado Einstein, las cosas no ocurren por capricho, siempre hay alguna razón, misteriosa las más de las veces.
Como explicación de las cosas el azar no existe, pero como regalo de Dios (Proverbios 16:33) sí existe; como una forma misericordiosa, regalo de Dios, de al menos aproximarnos a esos misterios, aunque con márgenes de error y niveles probabilísticos de confianza que, aun manteniéndonos en el misterio y la incertidumbre, nos permiten pequeños avances, grandes milagros.
¡Ya me perdieron!
Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.