¡Ay Andrés! ¡cómo me mortificas!

 

Desde hace días me preocupa mucho AMLO; me mortifica. Primero dijo que iría a la ONU a hablar sobre el principal problema del mundo: la corrupción, cuando esa chingadera en México no ha pasado de ser bandera política, primero y por muchos años lo fue del PAN, y recientemente de AMLO.

 

Para acabarla de amolar, ahora se da a conocer que, durante el gobierno de AMLO, la percepción ciudadana de corrupción se ha incrementado, que estamos macaneando fuerte para alcanzar el liderazgo mundial en corrupción, y la verdad no me extraña. Tengo por costumbre, cada vez que converso con amigos que son proveedores del gobierno federal de esta 4T, preguntarles si ya no les piden moches, y lo que me dicen es que los moches continúan; que la corrupción sigue vivita y coleando.

 

El solo hecho de que fuera al máximo foro de los poderes constitucionales mundiales a hablar de soga, cuando en su casa está el ahorcado, ya me tenía con los pelos de punta, y ahora resulta que va, con paso de vencedor, con su traje del emperador, o sea, en pelotas, pero con la onánica idea de ser el mejor presidente del mundo; a decirle a los líderes más chingones del orbe cómo gobernar. ¡En la madre!

 

En verdad os digo, queridos amigos, que AMLO me mortifica. Lo crean o no, yo no estoy en la arena política, no soy su detractor; soy solo un cronista de la vida pública nacional, que vive, modestamente, de ayudar a los políticos a que cometan menos pendejadas, desde la previsión. Y digo y escribo fundamentalmente sobre situaciones de riesgo, y en este caso AMLO está a punto de hacer el mayor ridículo de su vida. Créanme que ya me duelen las inevitables risitas burlonas que va a generar entre la concurrencia en la ONU y en los medios y redes sociales del mundo.

 

Elevaré una plegaria a Dios, para que se conduela de mi catarsis. Nada más se puede hacer, ni siquiera esperar que alguien de sus confianzas le diga al oído: “tantéyate, Andrés”. Lamentablemente, como diría el ministro de culto Andy Stanley: “Los líderes que no escuchan, eventualmente estarán rodeados de gente que no tiene nada qué decir”.

 

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