Estupro político.

 

«Cuando se declara la guerra, la verdad es la primera víctima», decía Lord Arthur Ponsonby, y como la guerra, la política y el amor guardan algunas similitudes entre sí, podemos decir que cuando arrancan las campañas o el cortejo amoroso, la verdad es la primera víctima.

 

Por supuesto que no podemos generalizar la idea, y mucho menos justificar esa tendencia a la mentira, que como diría Michel de Montaigne, es faltar a la verdad con intención de engaño.

 

Pero el hecho es que muchas elecciones y muchos amores se consiguen por la vía del engaño.

 

En el caso amoroso llevarse al baile (cama) a la Muchacha, prometiéndole matrimonio para luego no cumplirle, está tipificado como delito; se llama estupro.

 

En el ámbito político no hemos tipificado el engaño para conseguir votos como delito. Lo podríamos llamar estupro político, y es como cuando un candidato promete crecer la economía al 6% anual o tener un sistema de salud como el de Canadá o Dinamarca (me parece recordar a AMLO), o cuando un candidato se muestra como incorruptible y el más grande anti-AMLO, y ahora se le acreditan delitos electorales y se muestra obsequioso con AMLO, quien incluso ha salido en su defensa (me parece recordar a Samuel García).

 

Estas prácticas políticas generan nuevos eslabones de nuestra triste historia, que bien podemos representar como una cadena de expectativas y decepciones. Malo el cuento, pero es el cuento más socorrido por los actores políticos.

 

Alguna vez un hombre muy brillante, ideológicamente opuesto a mis convicciones políticas, me hizo una pregunta: ¿cuál es el arma política más letal?; mi respuesta fue inmediata: la verdad. Ese fue el inicio de una sincera y sólida amistad.

 

Ojalá que los políticos, alguna vez, se atrevan a transitar por el recto camino. Que privilegien la verdad para conseguir el voto y para ejercer el poder.

 

Ojalá que nuestras leyes electorales contemplen la fiscalización no solo de los gastos electorales, sino también del apego a la verdad de los juicios políticos y promesas que utilizan los candidatos para alcanzar el poder.

 

¡La Muchacha sería más feliz!

 

saba@sabaconsultores.com