De Altamira Tamaulipas, traigo esta alegre canción. 


Mis paisanos tamaulipecos compartieron la foto que adjunto, donde aparece una manta que exige al alcalde el pago a proveedores. Es de Altamira, la tierra del gran Cuco Sánchez, de donde nos llega esta pícara, aunque desesperada forma de cobranza: instar a los gobernantes a que no sean culos.


Hay quienes estiman que si los gobiernos, de los tres niveles, se pusieran al corriente con sus adeudos a proveedores, impactarían al alza el PIB; así de grande es el problema, que no es nuevo, pero sí se ha agravado en los últimos años, entre otras cosas, por las siguientes razones:


1. La pinche burocracia “honesta”, esos pendejos encargados de vigilar la transparencia y otras linduras para evitar la corrupción, que aparte de inútiles y también con problemas de corrupción, han dejado en leyes procedimientos absurdos para acreditarse como proveedores y para justificar que se liberen los pagos.
2. La política de austeridad, en los bueyes de los demás, de AMLO, esquilmando los presupuestos estatales y municipales, para que el presidente tenga más dinero para sus programas sociales de dinero directo, que representa su fuente de poder más sólida.


Los proveedores de gobierno somos una fuente fabulosa de financiamiento, 0% de intereses y pagos cuando les de su chingada gana, y muchas veces se acaba el trienio o sexenio, se van y los que siguen se hacen pendejos y se niegan a pagar porque ellos no contrataron el servicio o hicieron la compra.


Para acabarla de chingar, cuando surge otra posibilidad de trabajo, el honorable sector público te exige estar al corriente en el pago de tus impuestos; impuestos correspondientes a lo que no te han pagado. Así de jodidos estamos los proveedores de gobierno. Por ello hay empresas que por política se niegan a dar servicio a gobiernos, pero no todos podemos darnos ese lujo.


¿Qué podría hacerse?


En la esfera gubernamental, en los tiempos actuales, absolutamente nada. Se tiene la pretensión de que los empresarios somos explotadores y aprovechados. Por eso los dejaron a su suerte durante la pandemia. Que se mueran los que se tengan que morir.


Pero en el área privada sí podría gestarse una solución parecida al factoraje, para que podamos acudir con nuestros contratos, facturas y contrarrecibos, a una gran empresa financiera, capaz de apretar judicialmente a los gobiernos, que nos cobren las cantidades que les permita ser negocio y nos libere del cuello esta rodilla burocrática que no nos deja respirar (I can’t breathe).


Así las cosas, compañeros, por lo pronto queda el mensaje para todos los gobernantes y políticos que no ven como prioritario pagar a sus proveedores: ¡NO SEAN CULOS!


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.