Omicron. ¿La vacuna de Dios?

 

En el plano intelectual, lo que Bertrand Russell nos quiso dejar como su herencia a las generaciones que lo sucedimos, fue lo siguiente:  “Cuando estés estudiando cualquier tema o cualquier filosofía. Pregúntate a ti mismo: ¿Cuáles son los hechos? ¿Y cuál es la verdad que los hechos revelan? Nunca te dejes desviar, ya sea por lo que deseas creer, o por lo que crees que te traería beneficio si así fuera creído. Observa única e indudablemente, sobre cuáles son los hechos.”

 

Pinche Russell, hasta parece que se asomó al desmadrito que ahora traemos con la rebelión de los pendejos, que trae arrinconada a la misma ciencia.

 

Pero bueno, atendamos el consejo de este matemático inglés chingón, premio Nobel de literatura; un caso único, y con respecto a la nueva variante Ómicron de COVID 19, veamos cuáles son los hechos (the facts):

 

  1. Es encabronadamente contagiosa. La serie geométrica que modela su dinamismo de contagio, decía el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el mero mero de la OMS, tenía duplicaciones cada dos o tres días, cuando las variantes anteriores se movían entre cada 6 y 10 dias. Y en mis cálculos iniciales sobre los datos en México, se duplicaba cada uno o dos días. Dicho de otro modo, de este bicho será muy, pero muy difícil escaparse.
  2. Todo indica que su letalidad es muy baja. No nos chinga los pulmones, y se parece a una gripa que afecta las vías respiratorias altas.
  3. Según me dicen amigos médicos, deja una elevada inmunidad.

 

Los anteriores son los hechos. ¿Qué verdades, o al menos posibilidades podemos derivar de ellos?:

 

  1. Quizá estemos ante el principio del fin de la pandemia, aunque a no pocos nos habrá de llevar la chingada en su último coletazo, porque es muy probable que al fin se alcance la inmunidad colectiva o de rebaño.
  2. Podría ser que Dios, que siempre ayuda al pendejo, nos haya enviado con ómicron una vacuna para inmunizar a los anti-vacunas.
  3. Todo indica, es mi esperanza, que COVID ya está condenado a desaparecer; pero la pendejez en el mundo se mantiene firme y fortalecida, y da la impresión de que la pandemia le cayó como anillo al dedo.

 

¿Será Omicron la vacuna de Dios?

 

¡Amen! (¡Así sea!)