Se deja de querer… y no se sabe por qué se deja de querer; es como abrir la mano y encontrarla vacía y no saber de pronto qué cosa se nos fue.

 

José Ángel Buesa

 

La relación entre un líder y su pueblo se parece mucho a una relación amorosa. El líder es el ser amado de la Muchacha. El líder siempre quiere, a veces noblemente, y a veces de manera perversa. La Muchacha a veces quiere y, a veces también, deja de querer.

 

En México vivimos el idilio de AMLO y su pueblo, la Muchacha, que simboliza a la opinión pública mayoritaria. El amor en estos bailes se expresa como aprobación o popularidad, y la paradoja inquietante para muchos, es por qué tiene tanta aprobación un gobernante con tan pésimos resultados.

 

Confieso que, con mucha frecuencia, ante los sinsentidos de AMLO, genero la expectativa de que mis Monitoreos registren alertas negativas, y siempre, o casi siempre, resulta que no pasa nada, y a veces hasta alertas positivas aparecen. Es como si la Muchacha, encaprichada, dijera como en aquella vieja canción que cantaba Pedro Infante: te he de querer, te he de adorar; aunque le pese al mundo; si se enojan porque te amo; más de adrede lo he de hacer.

 

Resulta claramente interesante saber por qué tanta fascinación por AMLO, un personaje con tan pocas luces y con tan malos resultados, y ante esto tenemos una respuesta que se deriva de nuestros hipocentros: la cantidad ingente de dinero que distribuye entre la gente, a costa de dejar en el desamparo a aquellos que caigan en desgracias naturales o de su salud.

 

Siempre me he resistido a buscar la explicación preguntando directamente a los encuestados las razones de sus opiniones, por la abundancia de no se’s, lo cual es natural. La razón más común de porque queremos a alguien es: “porque sí”, pero aún con esta condición, el próximo lunes le preguntaré a la Muchacha, por qué aprueba y también por qué desaprueba a AMLO, para irnos al periodo vacacional con algunas respuestas que podrían ser interesantes.

 

Por lo pronto continuaremos con la intriga, vigilantes, esperando el momento en que la Muchacha se decepcione de AMLO (por supuesto que lo haré cómodamente sentado). Creo firmemente que es un desenlace inevitable, que a AMLO lo dejarán de querer, y no sabremos exactamente porque lo dejarán de querer, ante la multiplicidad de razones.