Del voto razonado al voto superficial.
Hace muchos años, un gobernador me dio luz verde para contratar a algún científico social de Europa o Estados Unidos, para que hiciera las valoraciones de los resultados de mis nacientes Monitoreos. Alguien que explicara porqué se mueve la opinión pública.
Opté por buscar a alguien del Colegio de México. Me entrevisté con tres de sus investigadores. Uno me pareció muy pendejo; otro muy puro, a grado que dio un salto para tras cuando supo que trabajaba para un gobierno (hoy en día ya se alivió de aquellos escrúpulos) y finalmente contraté a uno medio fantasioso, que creía que la sola alternancia en el poder nos daría desarrollo, justicia y felicidad, pero por aquellos tiempos la intelectualidad compartía esa pendejada.
La experiencia inicial fue terrible para el académico que seleccioné. No daba crédito al fenómeno que los monitoreos evidenciaban: la opinión pública y la intención de voto se movían, fundamentalmente, por cosas superficiales. A punto estuvo de renunciar, cuando venturosamente se encontró a un autor que justo defendía y sustentaba esa tesis descorazonadora. Al ciudadano común le impactan más las pendejadas que las cosas serias, y eso explica muchos de los resultados electorales y popularidades inexplicables de algunas figuras políticas.
No sé si alguna vez vivimos el ideal del voto razonado, o fue solo una aspiración democrática, pero hoy por hoy nos estamos alejando más que nunca de esa idílica forma reflexiva de ejercer el voto. Hoy muchos candidatos han pasado de la superficialidad a lo grotesco, y los vemos bailando, mentándole la madre a sus electores, salir de un ataúd, etc.
Decía Gustavo Adolfo Bécquer que la ridiculez pende sobre todos nosotros como una espada de Damocles, pero estos candidatos han acudido a su filoso encuentro, aventándose sobre ella como el Borras, que en definición precisa, proporcionada por Don José López Portillo en su libro Mis Tiempos, significa: “lanzarse de nalgas a efecto de ser ensartado”.
Así las cosas, compañeros. Nuestra calidad ciudadana va de mal en peor.
¡Que Dios y la Virgencita de Guadalupe, nos protejan de nosotros mismos!
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