El presidente argentino Alberto Fernández, nos vino a decir que México tiene al primer presidente honesto y decente en muchos años. Yo estoy absolutamente de acuerdo con tal afirmación. Pero justo por ello es que estamos jodidos y nos está llevando la chingada.

 

Esta paradoja explica nuestra profunda polarización. Sus seguidores más convencidos señalan justo su honestidad y decencia como sus más firmes elementos de convicción para apoyarlo casi ciegamente; ¡tienen razón! Sus detractores señalan que está destrozando al país y destruyendo lo que con tantos sacrificios construimos en lo social, político y económico; ¡también tienen razón!

 

¿Qué explica la paradoja? Que AMLO no ha entendido de qué se trata tener el poder. Que sus inclinaciones religiosas que motivan su honestidad y decencia (para medio entender a AMLO me di a la tarea de leer, de pe a pa, la Biblia, el Corán y la Torá) lo han llevado a optar más por una ética de la convicción, que por una ética de la responsabilidad, en el esquema de Max Weber.

 

Si en algo se manifiesta lo anterior, fue en su negativa a usar la violencia, la represión, el uso legítimo de la fuerza, optando por el muy cristiano esquema de abrazos no balazos. Aplaudible desde la convicción y moral judeo cristiana, pero de resultados desastrosos.

 

Para mejor entender esto que planteo, les recomiendo este artículo que explora sobre la relación entre moral y política en Max Weber, del cual  les comparto algunos fragmentos, que dejan claro porque AMLO, siendo tan bueno como persona, está resultando tan pésimo presidente:

 

EN TORNO A LA RELACION ENTRE MORAL Y POLITICA EN MAX WEBER.

“La cuestión que entonces se le plantea (al político profesional) es la de cuáles son las cualidades que le permitirán estar a la altura de ese poder… y de la responsabilidad que sobre él arroja. Con esto entramos ya en el terreno de la ética, pues es a ésta a la que corresponde deter­minar qué clase de hombre hay que ser para tener derecho a poner la mano en la rueda de la Historia.»

“Según bien se sabe, el rasgo específico de la política reside, para Weber, en el medio que le es peculiarmente inherente: el uso de la violencia física…La política es lucha, y por pacíficas que sean las formas que esa lucha puede asumir, en última instancia ella está orientada fundamentalmente por una pretensión a monopolizar legítimamente la coacción física. Ese rasgo específico origina la necesidad de una moral política, que Weber trata de identificar mediante la célebre oposición entre una ética de la convicción frente a una ética de la responsabilidad:»

«Tenemos que ver con claridad que toda acción éticamente orientada puede ajustarse a dos máximas fundamentalmente distintas entre sí e irremediablemente opuestas: puede orientarse conforme a la ética de la convicción o conforme a la ‘ética de la responsabilidad …’ No es

Que la ética de la convicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o la ética de la responsabilidad a la falta de convicción. No se trata en absoluto de esto. Pero sí hay una diferencia abismal entre obrar según la máxima de la convicción, tal como la que ordena (religiosamente hablando) ‘el cristiano obra bien y deja el resultado en manos de Dios’ o según una máxima de la ética de la responsabilidad, como la que ordena tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción.»

“La moral política es una moral de la responsabilidad. El político que obra según una moral de la convicción no es un buen político o parafraseando al Husserl (Edmund) de las Investigaciones Lógicas, sólo es un buen político el que obra según una ética de la responsabilidad.”

Lea el artículo completo aquí

 

Tienes razón, presidente Fernández, tenemos a un presidente honesto y decente, pero que eso nos merezcamos los mexicanos. Solo me queda decir, como diría Carlos Gardel: “Esta noche me emborracho bien…”

 

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