Nuestras mentes son un entramado de realidades y fantasías. Sin las fantasías, que adquieren la forma de sueños y esperanzas (los sueños de los despiertos diría Aristóteles), este valle de lágrimas que es la vida se hace más difícil de transitar.
Podríamos decir que, fantasear, es el legítimo derecho humano de hacernos pendejos, ya sea de manera individual o colectiva, pero hay, en la praxis política, fantasías perniciosas (gravemente dañosas y perjudiciales), que debemos advertir y tratar de evitar, como las siguientes tres:
- Pretender que ganar una elección significa que la mayoría de la población está de acuerdo y espera que realice cuanta pendejada se me ocurrió prometer durante la campaña. Es claro que se vota por lo menos malo, no por el candidato ideal; cuando la muchacha dice que sí, no es por haber encontrado a su Príncipe Azul, es solo que las otras opciones que tenía le parecieron más jodidas.
- Pretender que, si vamos bien en una campaña, gestión de gobierno o gestión empresarial, significa que todo lo que estamos haciendo está bien. Cuando se usan mis Monitoreos hay un estado de evaluación que indica que estamos “bien, pero empeorando”, que significa que, a pesar de estar bien, hay cosas que hacemos que nos están socavando y son un riesgo; entender esto y atenderlo se llama previsión.
- De manera similar cuando estamos mal; pues una métrica más adecuada nos podría ubicar en “mal pero mejorando”. De modo que descalificar todo también es un error.
La primera fantasía perniciosa la cometió AMLO, que va camino al basurero de la historia en atención a los resultados de su gestión (no le hagan caso a las encuestas) y da la impresión de que Claudia va por el mismo rumbo, aunque yo espero que, una vez instalada en el poder, de un viraje significativo hacia la sensatez.
Las fantasías perniciosas dos y tres, explican muchas de las derrotas electorales que acaban de ocurrir y que pudieron ser triunfos; y muchas de las gestiones de gobierno y empresariales que, hoy por hoy, están pariendo chayotes.
El mundo es más complejo de lo que parece, podemos enfrentar sus retos con fantasías, con el costo correspondiente, o buscar, como diría Niklas Luhmann, mecanismos de reducción de la complejidad, para salir adelante del mejor modo posible.
¡Abusados mis chavos!
Salvador Borrego, Ph.D.
saba@sabaconsultores.com
sabaconsultores.com
youtube.com/c/SabaConsultoresVlog
8110664872