Siempre que me confieso me doy la absolución.

Joaquín Sabina

 

La nueva medición de la opinión pública realizada por SABA Consultores corresponde al día 2 de agosto. Es decir, al día siguiente del ejercicio de vacuidad al que AMLO llama consulta, y a cuyo reclamo apenas acudió un 7% del pueblo convocado. Del cual, eso sí, una inmensa mayoría respondió afirmativamente a fuera lo que fuese que se estaba preguntando. Una mayoría tan amplia como aquella otra, también un noventa por ciento, pero esta vez de la totalidad del cuerpo electoral, que se pasó la convocatoria por el forro de sus caprichos. La respuesta al llamado del Presidente fue, por tanto, un (casi) atronador silencio.

 

Vaya por delante que los datos de SABA arrojan una nueva mejoría en aprobación de López Obrador, con sendas advertencias favorables en dicho indicador. O sea, parece que el fracaso sin paliativos de la consulta es una nueva gracia que se le ríe al niño, siendo los más destacados en celebrarle el chiste los de más edad y los de menos estudios, es decir, sectores más que habituales en los hipocentros de los avisos favorables de AMLO.

 

Ese renovado entusiasmo no se reflejó en absoluto en la participación del domingo, día en que el pueblo bueno ignoró las pretensiones de don Andrés muy olímpicamente, y eso que México está bien lejos de Tokio. Tengo para mí la nada aventurada hipótesis de que, quien más quien menos, empezando por el propio Presidente, no esperaba otro desenlace. Y así, colorín colorado, se acaba este cuento, que es más bien chino y no japonés, que han llamado ejercicio democrático y participación popular. Un bluff, una baladronada, un farol. Un nuevo ejercicio de gatopardismo y faramalla en la que se aparenta hacer mucho para no cambiar nada. El silencio por respuesta a una pregunta que no cuestionaba nada, porque nada cabía cuestionar de ese modo.

 

Ya abundamos la semana pasada en el sinsentido que representaba la consulta desde el punto de vista legal, por lo que no tiene caso insistir en ello. Parece más reseñable comentar que lo que a todas luces debió ser un golpe para Andrés Manuel, como promotor e impulsor de tal tinglado, vuelve a tener un desenlace favorable para sus intereses. Es decir, de nuevo la ciudadanía parece cabecear para el lado del golpe y redobla su apuesta por este tahúr, que dilapida tiempo y dinero en consultas más o menos patito. Pero que, según los datos de SABA, goza de un 64 % de aprobación, que parece ir al alza. Y no duden que son datos bastante más fiables que los que arrojan los fantasmagóricos plebiscitos y encuestas que organizan AMLO y sus acólitos.

 

La conclusión es que el amor de los mexicanos por su Presidente es pasivo y no activo, en toda la connotación que ustedes le puedan dar a tal frase. A pesar de que la consulta, como nos muestra el “Top of mind”, captó una gran atención por parte de los ciudadanos, los datos de participación en la misma son concluyentes. Dicho de otro modo, queda claro que los seguidores de Andrés Manuel se inclinan más a recibir que a entregar. Podría decirse que prefieren que les den a dar, y aquí, en cuanto a la expresión, pueden tomarla ustedes como quieran, porque gracias a Dios y a su riquísima  gramática el español ofrece una gran variedad de interpretaciones.

 

Así pues, la faramalla del domingo causó mucha expectación pero una participación testimonial, y una utilidad aún menor. Y por supuesto, no resuelve ni la inseguridad, ni la crisis sanitaria, ni la deriva económica, ni mucho menos la corrupción, los cuatro vectores, en especial el primero, sobre los que se centran las preocupaciones de los mexicanos. Casi un 73 % optaría por la continuidad del Presidente. De lo del domingo, dice don Andrés que la culpa es del INE, que no le puso ganas. Ya que toca absolver corrupciones pasadas, empecemos por hacer lo propio con los errores presentes. El mandatario, como en el inmortal soneto de Quevedo, “caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Sólo el sonido del silencio, acaso el rechinar de los muelles de un colchón viejo, tal vez del catre sudoroso de quienes se hacen llamar oposición, y que nos sigan dando. Lo que sea o por donde sea.

 

Una mayoría, según los datos de SABA, afirma que, si pudiera hablar con AMLO, le diría que siga así, que va bien, que no pare. Show must go on: silence, please.